MADRID, 14 Abr. (EUROPA PRESS) -
Los tratamientos de larga duración de la esquizofrenia suelen utilizarse para una fase de mantenimiento y se asocia al incumplimiento de la terapia oral pero, en la práctica clínica, está aumentando su uso y cada vez en estadíos más precoces.
"Se utilizan cada vez más", según ha reconocido José Villagrán, coordinador de la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica de la Unidad de Gestión Clínica del Hospital de Jerez (Cádiz), durante una mesa redonda con motivo del simposio de Psiquiatría 'En busca de una mejor autonomía' celebrado en Cádiz.
Este experto reconoce que entre los motivos de este mayor uso está el que actualmente se tiene de una medicina o estilo prescriptivo más individualizado en donde se debe valorar en cada caso las características individuales del paciente, así como sus antecedentes o experiencia con los psicofármacos, la presencia de otras patologías o fármacos concurrentes, o sus peculiaridades farmacocinéticas.
Por ello, ha argumentado Villagrán, la opción de un tratamiento de larga duración (TLD) puede ser una opción "viable" en una fase inicial en donde se prevé un incumplimiento alto o si se busca una cobertura antipsicótica estable desde el primer momento.
Además, en el simposio también han analizado cómo el desarrollo de nuevas terapias farmacológicas genera la necesidad de cerrar el debate abierto sobre la manera de diagnosticar y tratar a las personas con problemas de salud mental, de forma que puedan beneficiarse de los tratamientos más favorables para ellos.
En la actualidad, el abordaje de las fases precoces de los trastornos psicóticos exige una elección cuidadosa de los diferentes tipos de intervenciones disponibles, su adecuada articulación, así como la opción de ámbito de intervención más adecuada.
En este sentido, han recordado que las guías clínicas para el tratamiento de la esquizofrenia más importantes (NICE, APA, WFSBP, PORT, RANZCP) han evolucionado en sus versiones más recientes hacia una mayor relevancia de los antipsicóticos de segunda generación, en especial, en los primeros episodio o fases iniciales de la enfermedad.
No obstante, al estar basadas en la evidencia disponible suelen ser por definición "conservadoras en sus recomendaciones" y no reflejan la compleja situación clínica, mucho más variada e irregular. Por ello, ha admitido este experto, se dice que "son más útiles para saber lo que no debe hacerse que para determinar cuál debe ser la elección terapéutica en el caso individual".