MADRID 5 Mar. (EUROPA PRESS) -
Mientras que la mayoría mujeres han ido poco a poco consiguiendo avanzar en el terreno laboral, existe aún un grupo que se ve estigmatizado por su enfermedad y sus secuelas, es el caso del 65,6 por ciento de las mujeres con VIH que presentan lipodistrofia, un efecto adverso secundario de la medicación y de la propia infección, que afecta a su imagen corporal y que, por tanto, limita "gravemente" su desarrollo profesional.
Para Begoña Bautista, vocal territorial de CESIDA, la lipodistrofia es "el dedo acusador de las mujeres que viven con el VIH, es un handicap para incorporarse al mundo laboral", advierte con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora que se celebra el próximo lunes 8 de marzo.
Recientes estudios realizados por la organización evidencia que, más del 30 por ciento de la población se sentiría incómoda si alguno de sus compañeros de trabajo estuviera infectado por el VIH; un 40 por ciento de los empresarios no estaría dispuesto a contratar a alguien por no crear un mal clima laboral; y el 44,5 por ciento de la población se sentiría incómoda si un empleado de la tienda donde compra habitualmente estuviera infectado por el VIH o padeciera sida.
En consecuencia, explicó en declaraciones a Europa Press, "temen revelar su situación". Además, en muchas ocasiones, el miedo a padecer una lipoatrofia les lleva a terminar abandonando el tratamiento, ya que "los propios fármacos tienen en ellas unas repercusiones muy importantes a nivel corporal", explicó. La lipodistrofia es la pérdida de grasa y acumulación de la misma en zonas concretas del cuerpo, aunque sus efectos son sobre todo visibles en la cara.
Por otra parte, advierte de que también existen casos, "en los de mujeres más afectadas por la enfermedad", que pese a poder realizar un trabajo cara al público el empresario las deja en el almacén. "Al empresario, aunque tenga ventajas fiscales por minusvalías, le interesa contratar a otra persona para evitarse problemas", indica.
A juicio de Bautista, el impacto emocional en la mujer es mayor ya que con sus roles de género establecidos socialmente, "debe" siempre estar "más bella", y ofrecer una buena imagen. "Hay mujeres que no salen de sus casa porque se asocia con falta de salud", añadió.
Además, tienen que enfrentarse a que el 93 por ciento cree que las personas infectadas los están porque se lo merecen; a que un 58 por ciento de la población se sentiría incomodo si un compañero de colegio de sus hijos estuviera infectado; sólo un 42 por ciento ha declarado que mantendría una amistad con alguien infectado; y solo el 6,5 por ciento de la población podría apostar por una relación de pareja estable.
Por ello se recomienda que la persona que vive con el VIH se informe de todas las posibles alternativas para prevenir la lipodistrofia, desde hablar con el médico para que opte por el tratamiento con menos efectos secundarios a que la persona se movilice y acuda a una asociación de pacientes. Por ello desde las asociaciones de pacientes abogan para poner en la agenda pública campañas de sensibilización en relación a este tema.
"Antes de trabajar con el empresario hay que sensibilizar a la sociedad, porque la sociedad somos todos; realizar campañas específicas donde acabar con el estigma de esta enfermedad que lleva una gran carga; hay que trabajar con los niños, y dar una mayor información para cambiar las actuales ideas preconcebidas que hay sobre la enfermedad", concluyó.