MADRID, 22 Abr. (EUROPA PRESS) -
La sangre generalmente se puede almacenar durante solo seis semanas después de la donación, pero una nueva investigación está más cerca de encontrar una solución potencial 'secando' la sangre mediante un conservante a base de azúcar que los organismos que viven en algunos de los ambientes más extremos de la Tierra producen para resistir largos períodos de sequedad.
El nuevo trabajo en tecnología de ultrasonido busca proporcionar un camino para insertar estos azúcares en los glóbulos rojos humanos, permitiendo que la molécula trehalosa ingrese a las células y evite su degradación cuando se seca para su conservación, según pubican los investigadores en la revista 'Biomicrofluidics'.
Investigadores de la Universidad de Louisville han demostrado una nueva forma de usar el ultrasonido para crear poros en las células sanguíneas, lo que permite que la molécula trehalosa ingrese a las células y evite su degradación cuando se seca para su conservación. Las burbujas microscópicas oscilantes de gases inertes con ultrasonido proporcionan al sistema microfluídico la capacidad de aumentar la cantidad de células viables que pueden rehidratarse.
El enfoque podría conducir a formas de aumentar la vida útil de las donaciones de sangre en semanas o incluso años. Tales avances proporcionarían una bendición a aquellos que necesitan sangre en áreas donde el acceso a las donaciones es difícil, como en el campo de batalla o en el espacio.
"Lo que es único de esto es que no hay muchos otros estudios que analicen el uso de acúustofluídicos para colocar una molécula como esta dentro de los glóbulos rojos --puntualiza el autor Jonathan Kopechek--. También es interesante porque nos permite almacenar sangre sin mantenerla fría".
Cuando no está ayudando a estos extremófilos a sobrevivir, la trehalosa es un azúcar relativamente barato que es tan seguro que se usa como conservante para alimentos, como el glaseado de donuts.
El grupo construyó un canal en forma de espiral que expuso las células sanguíneas a la trehalosa mientras estaba rodeado de microburbujas. Sintonizaron las vibraciones ultrasónicas usando varios parámetros hasta que las burbujas sacudieron agujeros nanométricos en las membranas de las células sanguíneas, lo suficientemente grandes como para que atraviese la trehalosa o una molécula fluorescente estrechamente relacionada llamada fluoresceína y lo suficientemente breve como para mantener la integridad de la sangre.
Después de confirmar que la fluoresceína podría entrar en las células en las muestras de prueba, agregaron trehalosa a un nuevo lote de muestras, secaron la sangre, la rehidrataron y realizaron pruebas para contar cuántas de las células sanguíneas aún eran viables después del proceso.
La técnica de ultrasonido fue capaz de preservar una porción significativamente mayor de células al agregar trehalosa en lugar de dejarla fuera.
El grupo busca mejorar el rendimiento de su técnica con la esperanza de verificar la efectividad de la sangre conservada en seco en los pacientes.