MADRID, 2 Oct. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y el Instituto de Investigación del Hospital de Cirugía Especial, en Estados Unidos, han descubierto nuevos detalles sobre cómo el sistema inmunitario evita la producción de anticuerpos que pueden reconocer y dañar los tejidos sanos del propio organismo.
El estudio, publicado en el 'Journal of Experimental Medicine' (JEM), revela también cómo se deteriora este proceso en trastornos autoinmunes como la esclerosis sistémica y el lupus eritematoso sistémico, y sugiere posibles nuevas estrategias para tratar estas enfermedades.
Los linfocitos B son un tipo de glóbulos blancos que ayudan a combatir las infecciones produciendo anticuerpos capaces de reconocer moléculas extrañas, conocidas como antígenos, producidas por patógenos invasores como bacterias y virus. Pero algunos linfocitos B generan anticuerpos que reconocen "autoantígenos" producidos por las propias células del organismo, lo que puede hacer que el sistema inmunitario ataque por error a tejidos sanos, dando lugar a diversas enfermedades autoinmunes.
Para evitar que esto ocurra, el sistema inmunitario trata de eliminar los linfocitos B autorreactivos exponiéndolos a los autoantígenos a medida que se desarrollan en la médula ósea. Se cree que este proceso, conocido como tolerancia central, está controlado por los receptores de células B (BCR) en la superficie de las células B en desarrollo. Las células con BCR que se unen a autoantígenos son eliminadas antes de que puedan salir de la médula ósea y entrar en la circulación.
Sin embargo, en el nuevo estudio los equipos de investigación dirigidos por Eric Meffre, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, y Franck J. Barrat, del Hospital for Special Surgery de Nueva York, informan de que la tolerancia central también depende de un receptor denominado TLR9. Este receptor se localiza en el interior de los linfocitos B, en unos compartimentos conocidos como endosomas tardíos, y se activa al unirse a fragmentos de ADN.
Los investigadores descubrieron que la eliminación de TLR9 afecta a la tolerancia central y hace que los ratones produzcan un mayor número de linfocitos B autorreactivos y anticuerpos. Los equipos de Meffre y Barrat descubrieron que la actividad de TLR9 también se reduce en las células B de pacientes con esclerosis sistémica, una enfermedad autoinmune que daña la piel, las articulaciones y los órganos internos. Anteriormente también se habían observado disminuciones similares de la actividad de TLR9 en los linfocitos B de pacientes con lupus.
Los investigadores determinaron que esta reducción de la actividad de TLR9 se debe a una proteína denominada CXCL4, que, al igual que TLR9, puede unirse a fragmentos de ADN. Los niveles de CXCL4 son elevados en pacientes con esclerosis sistémica y lupus, y los investigadores descubrieron que, cuando se une a fragmentos de ADN, CXCL4 impide que sean transportados a endosomas tardíos, donde normalmente podrían activar TLR9 e inducir la tolerancia de las células B.
"Nuestros datos desafían el paradigma actual de que la señalización BCR es la única responsable de la eliminación de las células B autorreactivas en la médula ósea, ya que demostramos que la señalización TLR9 desempeña un papel esencial en el establecimiento de la tolerancia central de las células B --afirma Meffre, que ahora es profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford--. Corregir la función defectuosa de TLR9 en las células B de pacientes con esclerosis sistémica y quizás otras enfermedades autoinmunes, potencialmente mediante la neutralización de CXCL4, puede representar una estrategia terapéutica novedosa para restaurar la tolerancia de las células B".