CASTELLÓN, 2 Feb. (EUROPA PRESS) -
El Servicio de Neurología del Hospital Provincial de Castellón ha comenzado a tratar a personas que padecen enfermedad de Parkinson en fases avanzadas de la enfermedad con un novedoso tratamiento que mejora la calidad de vida de los pacientes.
Este consiste en la administración de una infusión continua intraduodenal de levodopa y carbidopa a través de una sonda que permite que la sustancia pueda liberarse de modo continuo a lo largo del tiempo, favoreciendo un tratamiento personalizado.
Para la administración de este tratamiento, que hasta ahora se ha aplicado a tres pacientes del centro con resultados satisfactorios, es necesaria la colaboración del personal de los Servicios de Digestivo, Cirugía y Anestesia, que se ocupan de la colocación de la sonda intraduodenal.
Gracias a su formulación en gel, este medicamento consigue una mayor estabilidad del paciente, ya que reduce los síntomas motores y no motores de la enfermedad, lo que se traduce en una mejora de su calidad de vida y una ganancia en su autonomía.
El jefe de Neurología del Hospital Provincial, José Cerdá, ha destacado que "la puesta en marcha de este tratamiento supone un importante avance para los pacientes que sufren esta patología, ya que su forma de administración le permite tener un efecto que se mantiene constante a lo largo del tiempo".
Esta nueva terapia se suma a la que ya aplica el centro para el Parkinson en fase avanzada, la bomba de apomorfina.
La enfermedad presenta síntomas que progresan conforme pasan los años, y que pueden llegar a ser invalidantes. El doctor Cerdá señala que "en las fases más avanzadas los tratamientos disponibles disminuyen y los fármacos orales pierden eficacia. Por este motivo se hace necesario la utilización de terapias avanzadas, y de ahí la importancia de la aplicación de estas opciones terapéuticas".
El Servicio de Neurología del Provincial atiende actualmente a unos cien pacientes de Parkinson, de los que un 10 por ciento presenta la enfermedad en estado avanzado. El doctor Cerdá destaca la atención que reciben los pacientes desde el momento de la detección de la enfermedad y durante todo el proceso.
"A medida que la enfermedad de Parkinson evoluciona, el paciente pierde autonomía, haciéndose cada vez más dependiente y generando una sobrecarga en el cuidador, que acaba viéndose obligado a abandonar otras actividades de su vida", ha explicado.