MADRID, 2 Oct. (EUROPA PRESS) -
En muchas ocasiones las personas con lupus eritematoso sistémico (LES) se preguntan si una dieta sin gluten podría beneficiarles, en este sentido el especialista del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, José Campos, ha señalado que "no es aconsejable realizar dietas restrictivas sin la opinión del profesional sanitario que atiende al paciente".
Durante la celebración del XV Curso SER de Lupus Eritematoso Sistémico y Síndrome AntifosfolípidoLa, organizado por la Sociedad Española de Reumatología y con la colaboración de GSK, el especialista ha explicado que "la enfermedad celiaca es una patología autoinmune distinta al lupus, aunque en algunas personas pueden asociarse ambas enfermedades".
Del mismo modo, Campos ha indicado que "las proteínas que componen el gluten tienen la capacidad de estimular respuestas del sistema inmune intestinal en personas con predisposición genética (como en la enfermedad celiaca), pero también existen otros tipos de sensibilidad al gluten no celiaca e incluso alergia al mismo. La dieta (cualquiera) afecta al equilibrio de la microbiota, pero se sabe que dichos cambios en general son transitorios, y es una de las dificultades para el tratamiento a las que antes hacía referencia".
Campos ha explicado que "las personas con lupus tienen un repertorio microbiano disminuido en la luz intestinal y, a menudo, disbiosis (localización de microbios habituales de una zona del aparato digestivo en zonas donde no se encuentran en condiciones normales), lo cual ha podido relacionarse con la gravedad de la enfermedad. Frecuentemente están presentes signos de alteración de la permeabilidad intestinal acompañando a estos hallazgos. Aunque hay disparidad entre las poblaciones bacterianas que se encuentran afectadas, la expansión de un tipo concreto de bacterias ('Ruminococcus gnavus') podría estar implicada en el desarrollo de la enfermedad".
El conocimiento y los resultados obtenidos en la investigación sobre la relación que existe entre la microbiota y el lupus podría, en un futuro, abrir una ventana a nuevos tratamientos.
"Lo que ocurre es que aún no se ha conseguido definir qué intervenciones pueden ser beneficiosas y en qué pacientes. Por ejemplo, se ha intentado el trasplante de heces de donantes sanos, determinadas dietas o la administración de probióticos", ha indicado Campos.
Sin embargo, a nivel terapéutico, en este último año, tanto el LES como el SAF (síndrome antifosfolipídico) han experimentado avances y mejoras en las opciones terapéuticas. Aunque, tal y como ha señalado el especialista del Servicio de Reumatología del Hospital Comarcal de Vilafranca del Penedés, Vicen Torrente, "es en el campo del LES donde se podría hablar de una revolución mayor".
Torrente ha asegurado que "cada vez disponemos de más tratamientos y por ello es necesario saber ubicar cuándo y en qué pacientes esta revolución será más eficaz y eficiente. Nos disponemos a aventurar que no está lejano el momento en que los efectos colaterales de algunos tratamientos clásicos y habituales utilizados hasta hace poco van a ir dejando paso a épocas con mayor seguridad y mejor estado de salud a corto y, sobre todo, a largo plazo. Todo ello, en parte, a las mejoras terapéuticas, pero también debido a una cada vez mejor evaluación clínica".
"Los especialistas en Reumatología tenemos la sensación que el avance del conocimiento en LES y SAF es inexorable y que nos acercamos a situaciones ya vividas, por suerte, en otras enfermedades sistémicas que dominamos y conocemos (artritis reumatoide, esclerosis sistémica, entre muchas otras). Por ello, el futuro es esperanzador y se perfilan situaciones, por ejemplo, en la que haya un uso cero de corticoides, enfermedad en remisión, mínimo impacto de calidad de vida, ausencia de daño acumulado y menor tiempo en la consecución del control de la enfermedad", ha finalizado Torrente.