MADRID, 31 May. (EUROPA PRESS) -
Especialistas del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP) alertan de que el uso de los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco calentado (dispositivos de tabaco sin combustión) se ha expandido significativamente a los no fumadores, a menudo a jóvenes y adultos jóvenes, introduciendo en el consumo a una población nueva.
Así, lamenta que hayan ganado popularidad bajo la premisa de que pueden ayudar a las personas fumadoras a dejar de fumar y que pueden ser menos dañinos que el tabaco tradicional. "Antes de la pandemia detectamos un incremento progresivo en su uso que se constata en el último informe EDADES del Ministerio de Sanidad. Desde 2017 se incrementó un 36% el número de personas que decían haber consumido cigarrillos electrónicos en el último año. Este aumento es particularmente importante en la población de 16 a 24 años", afirma el doctor Alberto Ruano, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela y responsable de epidemiología del GECP.
Para el GECP es "preocupante" la percepción de riesgo sobre su uso, ya que se consideran menos peligrosos que fumar tabaco. Los oncólogos recuerdan que no se trata de productos inocuos y que se está investigando si pueden producir inflamación pulmonar. Así, ven con preocupación informaciones que indican erróneamente que el tabaco calentado se asocia a un menor riesgo de cáncer y otras enfermedades que los cigarrillos convencionales.
De hecho, "algunos estudios sugieren que podría haber un vínculo entre el vapeo y el cáncer de pulmón en modelos animales. Están todavía en fase de desarrollo los estudios que constatarán si esto es así en humanos. Lo que sí es cierto es que los aromatizantes, incluidos otros aditivos utilizados en los cigarrillos electrónicos, pueden contribuir a la inflamación pulmonar", explica Ruano.
En este contexto, para frenar el auge de estos nuevos productos, desde el GECP se propone una regulación más restrictiva. "Sin duda estos nuevos productos están creciendo, aprovechando el vacío legal existente. Deberían considerarse productos de tabaco como tal, prohibiéndose su consumo en los lugares ya contemplados por la legislación, restringir su publicidad, promoción y patrocinio o tratarlos fiscalmente igual que los cigarrillos", concluye Ruano.