BARCELONA, 20 Feb. (EUROPA PRESS) -
La Fundación Puigvert ha consolidado el uso de toxina botulínica, más conocida por sus aplicaciones en cirugía estética con el nombre de bótox, en patologías del tramo urinario inferior, gracias a los buenos resultados obtenidos en los pacientes tratados.
En concreto, la fundación utiliza la toxina botulínica para paliar el detrusor hiperactivo, causa habitual de los síntomas de vejiga hiperactiva, una dolencia que se estima que padece casi un 20% de la población española.
El jefe de la Unidad de Urología Funcional y Femenina del servicio de Urología de la Fundación Puigvert, Pedro Arañó, ha señalado que el uso de la toxina botulínica "tiene su base en la paralización que provoca en el músculo y que hace desaparecer las contracciones espontáneas que se producen en la vejiga en casos de detrusor hiperactivo".
Además, ha destacado que "el detrusor hiperactivo causa incontinencia de urgencia y aumento de la frecuencia miccional, tanto diurna como nocturna, y es muy frecuente en casos de vejiga hiperactiva".
Para paliar este síntoma, la toxina botulínica se aplica a través de inyecciones en las paredes de la vejiga mediante una endoscopia, y ahora la fundación ha organizado el II Curso de uso de toxina botulínica en patología del tramo urinario inferior para profundizar en este tipo de tratamientos.
El adjunto de la unidad liderada por Arañó, Carlos Errando, ha remarcado que "los fármacos se abandonan en un 50% de los casos, ya sea por falta de eficacia o porque causan efectos colaterales como estreñimiento, ojo seco o sequedad de boca".
Es por esto que es tan importante contar con una alternativa terapéutica que permita acabar con las molestias que sufren los pacientes.
La primera Unidad de Urología Funcional de España es la de la Fundación Puigvert y sigue siendo una de las pocas que existen actualmente en Europa desde que la creó, en los años 80 el doctor Arañó, que sigue al frente de la misma.