MADRID, 3 Jun. (EUROPA PRESS) -
Especialistas en dermatología oncológica han abordado, en el marco del 49 Congreso de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV), las últimas novedades en este campo, que incluyen el uso de nuevos fármacos y tratamientos, así como la incorporación de herramientas de inteligencia artificial (IA) a los métodos de diagnóstico.
El cáncer de piel representa uno de cada tres cánceres en el mundo. En España se diagnostican alrededor de 78.000 nuevos casos al año, de los cuales un 5 por ciento son melanomas, un tipo de cáncer más agresivo y con peor pronóstico, mientras que el 95 por ciento restante se corresponde con cáncer de piel no melanoma, fundamentalmente carcinomas basocelulares (CBC) y espinocelulares (CEC), que, aunque en términos generales tienen mejor pronóstico, en ocasiones pueden dar lugar a complicaciones importantes y metástasis.
Aunque el tratamiento más extendido para el cáncer de piel continúa siendo el quirúrgico (en el caso de tumores pequeños y localizados, basta con una extirpación sencilla), hay pacientes para los que la cirugía no es una opción, o bien necesitan de procedimientos complementarios.
El jefe clínico del Servicio de Dermatología de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, Onofre Sanmartính, ha explicado, en este sentido, que para el tratamiento de los carcinomas basocelulares, que representan el 80 por ciento de los casos diagnosticados de cáncer de piel en España, "el uso de nuevos fármacos como el vismodegib y el sonidegib, inhibidores de la vía de señalización hedgehog, proporciona una tasa de respuesta superior al 75 por ciento en los pacientes con peor pronóstico".
De igual modo, "se está avanzando mucho en el tratamiento pre-cáncer cutáneo", dirigido a pacientes con la piel dañada por el sol de forma crónica. "Para ellos, hemos desarrollado nuevos fármacos de uso tópico, como la tirbanibulina, que revierte y/o reduce el riesgo de aparición de carcinomas; y si finalmente aparecen, son más pequeños o lo hacen en menor número", ha resaltado el doctor Sanmartín.
Algunos de los mayores avances en dermatología oncológica se están dando en el campo de la inmunoterapia, en concreto gracias a los inhibidores de puntos de control inmunitario, unos nuevos fármacos que bloquean la acción de las proteínas que limitan la respuesta inmunitaria del propio cuerpo, con el objetivo de ayudar a las defensas del paciente en su lucha contra el cáncer, en lugar de atacar directamente los tumores.
"El uso de inhibidores del 'check point' inmune supone un gran adelanto en el tratamiento del melanoma avanzado", ha detallado el doctor Sanmartín, pues "mejora ostensiblemente la supervivencia libre de enfermedad en los pacientes con metástasis, y actualmente está en estudio su uso neoadyuvante para facilitar la cirugía o la respuesta a la radioterapia".
Una de las principales ventajas es su baja toxicidad, ya que se administra por vía intravenosa y no genera efectos secundarios como la caída del pelo, la aparición de llagas o la bajada de leucocitos, propios de la quimioterapia.
Cabe destacar también la introducción de terapias moleculares dirigidas contra BRAF y MEK, un estándar de tratamiento en pacientes con mutación del gen BRAF, que afecta a la mitad de los diagnosticados con melanoma. "Se está investigando la posibilidad de reducir el tumor con fármacos diana para luego poder aplicar inmunoterapia; es una alternativa realmente prometedora, que demuestra lo que puede llegar a dar de sí en el futuro la medicina personalizada", ha apuntado Sanmartín.
Todos estos nuevos tratamientos permiten aumentar la esperanza de vida de los pacientes con cáncer cutáneo y mejorar su día a día, al presentar efectos secundarios menores, en comparación con los producidos por las técnicas de quimioterapia y/ o radioterapia.
Aun así, Sanmartín ha advertido de que "una gran parte sólo está disponible mediante el acceso a ensayos clínicos". Según él, "el problema se agrava durante el proceso de comercialización, ya que no todos los fármacos autorizados por los organismos reguladores disponen de precio de reembolso, lo que en la práctica imposibilita su uso, dado el elevado coste económico para el paciente".
Por ello, en el futuro, asegura que "será necesaria una mayor coordinación entre las autoridades sanitarias y la industria farmacéutica, así como un gran esfuerzo a nivel nacional, para que estos fármacos puedan estar disponibles para todos los pacientes desde el primer momento".
LA IA, UNA PODEROSA HERRAMIENTA PARA EL DIAGNÓSTICO TEMPRANO
Son muchas las aplicaciones que la inteligencia artificial (IA) ya es capaz de aportar a la práctica dermatológica. En la actualidad se utiliza, entre otras cosas, para establecer diagnósticos diferenciales precisos frente a patologías comunes como la psoriasis, la dermatitis atópica o el acné, así como para el desarrollo de protocolos terapéuticos personalizados y la predicción de resultados a medio y largo plazo. También desempeña un papel fundamental para la teledermatología, donde el diagnóstico en remoto se apoya en aplicaciones que permiten el reconocimiento de imágenes.
En dermatología oncológica, la IA contribuye a automatizar el diagnóstico de los tumores cutáneos, ya que permite diferenciar entre lesiones melanocíticas y no melanocíticas, llegando incluso a establecer clasificaciones más precisas, dentro de estos dos grandes grupos tumorales. Esto supone una ventaja para el diagnóstico temprano del cáncer cutáneo y ayuda a generar sistemas de cribado capaces de priorizar los casos en función de su gravedad.
"La inteligencia artificial permite a los pacientes con cáncer de piel llegar antes a nuestras consultas", ha señalado en este sentido el doctor Antonio Martorell, dermatólogo del Hospital Manises de Valencia.
Al mismo tiempo, las aplicaciones basadas en inteligencia artificial resultan interesantes para el diseño de modelos que generan algoritmos de predicción a partir de datos anonimizados procedentes de pacientes. Como ejemplo, existen algoritmos computacionales que permiten predecir la progresión metastásica del melanoma cutáneo basándose en los datos de expresión genética y microRNA del propio tumor.
"La IA nos ofrece la posibilidad de determinar, en base a predicciones algorítmicas, qué pacientes pueden llegar a tener peor pronóstico. El Big Data y el análisis de esos datos nos van a permitir segmentar mejor a los pacientes y personalizar más los tratamientos", ha asegurado el doctor.
Preguntado por si llegará el día en el que la IA pueda rivalizar con el propio dermatólogo, el doctor Martorell ha sido firme: "No, la IA sólo ha llegado para ayudarnos, mejorando la experiencia en la consulta y la atención al paciente, pero las máquinas carecen de capacidad de intuición y de innovación, contrariamente al cerebro humano, por lo que difícilmente podrán nunca sustituirnos".
Aun así, ha querido recalcar su utilidad: "Yo veré siempre a la inteligencia artificial como una oportunidad, siempre y cuando los dermatólogos nos impliquemos en el desarrollo de los productos; animamos mucho a nuestros colegas a entrar en contacto con el mundo de la IA, a que la entiendan, la estudien y vean de qué forma puede ayudarles a resolver problemas en sus consultas".