MADRID, 7 Jun. (EUROPA PRESS) -
La sustitución de un medicamento biológico por un biosimilar, dado que no son idénticos, se debe hacer bajo la prescripción del médico especialista y con el acuerdo del paciente para asegurar trazabilidad del tratamiento a favor de su seguridad, tal y como han señalado expertos con motivo de la Semana Enfermedades Digestivas (SED) que se celebra del 17 al 19 de junio en Santiago de Compostela (Galicia) y que está organizada por la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).
De hecho, durante el encuentro se va a celebrar una mesa que, bajo el título 'Biosimilares para la EII ya están aquí, ¿qué nos dice el sentido común?', contará con especialistas del aparato digestivo expertos en el tema como los doctores Joaquín Hinojosa del Val y Federico Argüelles Arias. Asimismo, participarán otros como el presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, Miguel Ángel Calleja Hernández, y la presidenta de la Sociedad de Farmacología Clínica, Cristina Avendaño Solá.
Los medicamentos biológicos y biosimilares en el ámbito del aparato digestivo se emplean para tratar a pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, una patología crónica que engloba, entre otras, la colitis ulcerosa y que afecta al intestino grueso y al colon, y la enfermedad de Crohn, que cursa con inflamación en cualquier área del tracto intestinal.
En concreto, las terapias biológicas son eficaces para el tratamiento de los casos graves y persistentes y permiten a los pacientes recuperar, en buena medida, su calidad de vida, minimizando los síntomas y reduciendo el número de hospitalizaciones e incluso el número de casos que deben desembocar en una intervención quirúrgica. Asimismo, disminuyen las bajas laborales y escolares, permitiendo al paciente recuperar una cierta normalidad en su vida cotidiana.
"Hasta la llegada de los tratamientos biológicos contábamos con muy pocas alternativas terapéuticas para un grupo de pacientes graves jóvenes y con una enfermedad crónica que compromete seriamente su calidad de vida, especialmente para los que sufren colitis ulcerosa y enfermedad de crohn, enfermedades para los que estos medicamentos han supuesto una auténtica revolución terapéutica. Los biosimilares son una opción válida y los especialistas de la SEPD apuestan por su uso ya que, además, su menor coste repercute en la sostenibilidad del sistema sanitario", ha explicado Barreiro, que añade.
CADA FABRICANTE PUEDE USAR CÉLULAS DISTINTAS EN EL PROCESO
Los medicamentos biológicos se fabrican mediante, o a partir, de organismos vivos utilizando biotecnología. Cuando un medicamento biológico pierde la patente, se permite la producción de biosimilares. Los biosimilares contienen una versión del principio activo del biológico, pero nunca son idénticos porque cada fabricante puede utilizar células distintas en el proceso y pueden existir pequeñas variaciones en otros procesos físicos y mecánicos de la producción.
Sin embargo, la experiencia acumulada en los últimos años así como la existencia cada vez mayor de pacientes tratados permiten a los expertos considerar que los biosimilares son "igual de eficaces" que el fármaco original y tiene un perfil de seguridad parecido.
"El fármaco original y su biosimilar poseen una caracterización estructural y funcional similar por lo que la prescripción como primera opción de tratamiento de uno u otro no es un problema", ha recalcado el especialista en aparato digestivo y experto de la SEPD, Joaquín Hinojosa.
"NO SON INTERCAMBIABLES"
Dicho esto, el experto ha asegurado que los medicamentos biológicos y biosimilares no son idénticos y, por lo tanto, "no son intercambiables". Por ello, ha insistido en que la sustitución de uno por otro debe ser controlada y debe quedar en manos exclusivamente del especialista en aparato digestivo.
"Al tratarse de medicamentos diferentes, los clínicos debemos controlar qué producto estamos prescribiendo a nuestros pacientes en cada momento, ya que no podemos sustituir aleatoriamente uno por otro. Debemos, en todo momento, controlar la trazabilidad del fármaco empleado en previsión de posibles reacciones adversas y siempre a favor de la seguridad del paciente. De esta forma, es más fácil observar las reacciones de sensibilidad, la aparición de infecciones oportunistas o la pérdida de eficacia del fármaco", ha recalcado Hinojosa.
En este sentido, prosigue, la decisión de cambiar un fármaco por otro no debe estar sujeta a motivos económicos, ya que éstos son medicamentos caros, si no que, a su juicio, la sustitución de un fármaco en un paciente con tratamiento estable debe ser una decisión compartida entre clínico y paciente. "Debe ser una decisión muy personal e individualizada en la que se deben combinar las preferencias del paciente que conoce bien su enfermedad y la experiencia del profesional", ha zanjado.