MADRID, 10 Oct. (EUROPA PRESS) -
La utilización de biomarcadores que permitan predecir la respuesta a los distintos tratamientos para el cáncer de mama se hace más necesaria en el subtipo tumoral triple negativo, el más agresivo y con menos opciones terapéuticas, entre otros motivos, porque se trata de un grupo muy heterogéneo de tumores caracterizados por la ausencia de expresión de receptores hormonales y que no presentan la sobreexpresión/amplificación de HER2/erBb2, según han apuntado diferentes expertos durante la jornada dedicada a este tumor organizada por el Grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama.
"Tenemos que seguir definiendo biomarcadores para clasificar estos tumores y entender su biología, para poder predecir la respuesta a terapias concretas, sobre todo porque es un subtipo muy heterogéneo que responde de forma muy distinta a los tratamientos", expresa una de las coordinadoras de dicha jornada, la doctora María Muñoz Caffarel, del Instituto de Investigación Sanitaria Biogipuzkoa en San Sebastián.
La necesidad de conocer mejor cómo va a resultar de eficaz una estrategia terapéutica en pacientes con cáncer de mama triple negativo en escenario precoz es especialmente relevante en el tratamiento con inmunoterapia, que tiene unos resultados dispares, según se ha puesto de manifiesto durante el encuentro.
"En general, es una suerte que ahora podamos contar con la inmunoterapia para el cáncer de mama precoz triple negativo, pues hay pacientes que están respondiendo muy bien, pero otras no tanto, y necesitamos comprender por qué", ha afirmado la doctora Caffarel.
El único biomarcador utilizado actualmente en la práctica clínica de manera más extendida en este subtipo tumoral en el escenario precoz son las mutaciones en los genes BRCA, que predicen la respuesta a los inhibidores de la PARP, como olaparib. Sin embargo, para la doctora Caffarel, es necesario seguir investigando marcadores tumorales que permitan dirigir más los tratamientos y poder individualizarlos.
La tendencia en oncología se dirige por tanto a personalizar los tratamientos, de modo que cada paciente reciba la terapia que necesita, para evitar toxicidades (por sobretratamiento) y tener mejor calidad de vida y, al mismo tiempo, disminuir el riesgo de recaída (por infratratamiento), tal y como ha señalado la doctora Marta Santisteban, de la Clínica Universidad de Navarra, también coordinadora de la jornada.
Para poder llevar a cabo por tanto una escalada o desescalada de tratamientos, es necesario contar con biomarcadores que predigan la respuesta al tratamiento. "Estos marcadores biológicos son los que a medio plazo nos van a ayudar a definir en qué pacientes podemos desescalar o escalar el tratamiento", ha precisado.
Esta especialista ha destacado entre los biomarcadores más estudiados en el cáncer de mama triple negativo los linfocitos infiltrantes de tumor (TILs), asociados a una mejor respuesta al tratamiento en enfermedad precoz y a un mejor pronóstico y mayor supervivencia.
En su opinión, esta determinación está cada vez más extendida en la práctica clínica y es un nicho de investigación actual para predecir qué pacientes no se van a beneficiar de la quimioterapia y, por lo tanto, pueden beneficiarse de un desescalado de este tratamiento con la ventaja de evitar o reducir sus efectos secundarios.
En este sentido, ha subrayado que "se trabaja en plataformas genómicas que ayudan a hacer una medicina de precisión, permitiendo que, en función de la expresión de los genes expresados en el tumor y su microambiente, pueda conocerse a medio plazo el riesgo de recaída de la enfermedad y las posibilidades del beneficio de la quimioterapia, la inmunoterapia u otras terapias biológicas".