Expertos del Hospital Nisa Vithas Pardo de Aravaca logran que un feto de 18 semanas con infecciones severa sobreviva

Publicado: lunes, 8 mayo 2017 14:17

MADRID, 8 May. (EUROPA PRESS

Expertos del Hospital Nisa Vithas Pardo de Aravaca han logrado que un feto de 18 semanas con anemia severa, fruto de una infección grave provocada por un parvovirus, sobreviviera gracias a las transfusiones intrauterinas.

Verónica, que se encontraba en su segundo embarazo, fue informada en un análisis rutinario de que el corazón del feto era demasiado grande para las semanas de gestación. Tras ser examinada por el equipo de Cardiología Pediátrica del hospital, la embaraza fue remitida al director de la Unidad de Ecografía y Diagnóstico prenatal, el doctor Pérez Pedregosa, quien identificó la infección.

Y es que, El parvovirus genera una infección paucisintomática, es decir, que cursa con leves síntomas para el adulto: fiebre moderada, dolor de cabeza y síntomas leves similares a los de un resfriado (congestión o goteo nasal) - . Estos síntomas desaparecen y la enfermedad parece haber terminado, pero unos días más tarde, se presenta un sarpullido.

Este virus es muy frecuente en los niños de edad escolar, en los que suele producir el eritema infeccioso, y es habitual que lo transmitan a sus familiares a través del contacto, generalmente por vía respiratoria, y puede ser muy peligroso durante el embarazo. En este caso concreto, el parvovirus atravesó la barrera placentaria y provocó la grave anemia del feto.

Para rescatar la situación, la opción más habitual es realizar una trasfusión intrauterina, es decir, una trasfusión de sangre desde el cordón umbilical. Para acceder al mismo, el doctor debe localizarlo y llegar hasta él a través del vientre materno, atravesando piel, músculos y placenta.

Este procedimiento se realiza desde hace algún tiempo, pero el caso descrito era especialmente complejo por dos motivos: la severidad de la anemia, con repercusión hemodinámica, y las escasas semanas de gestación en las que había producido la infección, que hacían que la trasfusión fuera muy complicada, pues el cordón umbilical de un feto tan pequeño es muy fino.

Afortunadamente, el feto no presentaba ninguna alteración ecográfica que hiciera sospechar podría sufrir alguna secuela o repercusión de cualquier tipo tras el problema intraútero, por lo que, padres y doctor, de manera consensuada, decidieron abordar el tratamiento, aun conscientes de la gravedad de la situación.

"Un feto de 20 semanas debe pesar unos 500 gramos. En este caso, con 22 semanas, el peso era tres veces mayor por la cantidad de líquido que tenía. Después de la segunda trasfusión, el feto seguía manifestando síntomas de anemia grave, pero comenzó a mejorar lentamente y, en el último tercio del embarazo hubo una mejora muy significativa", ha explicado el doctor. Finalmente, el embarazo pudo llegar a buen término y Ona nació a finales de 2016. Actualmente, es un bebé sano de ocho meses.