MADRID 7 Oct. (EUROPA PRESS) -
Expertos reunidos en el XLIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Nefrología (SEN) han asegurado que los marcadores biológicos van a permitir anular o disminuir las dosis de inmunosupresión de trasplantes renales.
Y es que, cada año aumentan el de órganos de donante vivo. Actualmente, entre el 20 por ciento y el 25 por ciento de trasplantes que se realizan en España son de este tipo, y en concreto el de riñón alcanza el 15 por ciento, un dato superior al 12,5 por ciento registrado el año pasado en estas mismas fechas.
"La tendencia, claramente al alza, se debe a los excelentes resultados que aporta y la significativa progresiva caída en la obtención de donantes de cadáver óptimos. Las ventajas de este tipo de trasplante son múltiples. Al ser una cirugía programada, se reducen las potenciales complicaciones quirúrgicas, la calidad del injerto es óptima todo ello impactando directamente en una rápida recuperación de la función renal mejorando y por tanto en la supervivencia del injerto", ha comentado el especialista del Hospital Bellvitge de Barcelona, Oriol Bestard.
En este sentido, el experto ha comentado que la tolerancia inmunológica en el trasplante de órganos está, en estos momentos, en plena actividad investigadora, tal y como lo demuestran las "múltiples aproximaciones", no sólo a nivel experimental si no también en forma de estudios pilotos o en fases más avanzadas a nivel clínico, en pacientes portadores de un trasplante de órgano sólido.
"El principal objetivo es identificar con seguridad aquellos marcadores que permitan reconocer pacientes que puedan beneficiarse de una reducción significativa del tratamiento inmunosupresor crónico de aquellos que requieren inexorablemente del mantenimiento del mismo en las diferentes fases del trasplante para mantener un correcto funcionamiento del injerto", ha recalcado Bestard.
Ahora bien, ha proseguido, aunque la eliminación completa del tratamiento inmunosupresor crónico en el trasplante renal parece "poco factible", a diferencia de otros trasplantes de órgano sólido como el hepático, sí que parece que hay un porcentaje "potencialmente muy importante" de pacientes que podrían mantener en el tiempo una "excelente" función renal del injerto con "mínima" cantidad inmunosupresora.
"Este hecho seguro impactaría muy favorablemente no solo en una mejor calidad de vida, si no en una mayor supervivencia del paciente", ha apostillado, para reconocer que, aunque el conocimiento de los diferentes mecanismos biológicos de inducción de tolerancia inmunológica ha avanzado mucho, "todavía queda mucho camino por recorrer para trasladar lo que conocemos con bastante precisión en diferentes modelos experimentales a la clínica".
Por su parte, el miembro de la División de Trasplante de la Medical University of Vienna, Thomas Wekerle, ha recordado que el tratamiento inmunosupresor tiene actualmente dos problemas principales: causa numerosos efectos secundarios y no previene de manera efectiva los procesos de rechazo crónico que llevan a la pérdida del injerto.
En ese sentido, Wekerle ha aseverado que el trasplante de médula ósea de donantes podría, potencialmente, eliminar ambos problemas y mejorar los resultados a largo plazo del trasplante de órganos. En concreto, en el caso del riñón, este experto ha comentado que recientes estudios piloto han demostrado que un trasplante simultáneo de riñón y médula ósea lleva a que el órgano sea aceptado sin necesidad de medicamentos inmunosupresores, lo cual aporta una prueba inicial de que la inducción de la tolerancia es posible en el ámbito clínico".
"No obstante, los protocolos disponibles aún no están listos para su uso clínico generalizado, debido a sus efectos secundarios asociados. De hecho, las investigaciones en curso en mi grupo de trabajo y otros tiene por objetivo desarrollar protocolos de tolerancia que un día puedan ser utilizados de forma rutinaria en el ámbito clínico", ha zanjado.