SEVILLA, 15 Mar. (EUROPA PRESS) -
Tras un año de pandemia los trastornos del sueño se multiplican al igual que el uso de las app que monotorizan el sueño y que han propiciado la proliferación en las consultas de pacientes con "preocupación y obsesión por el dormir", según alertan los expertos. Los profesionales inciden en que "el incremento de los trastornos del sueño está siendo una de las consecuencias más generalizadas del Covid-19".
Aunque reconocen que ya antes de la crisis sanitaria constituía "un problema frecuente entre la población española", los profesionales del sector, a los que se suman los expertos del Centro de Neurología Avanzada (CNA), celebran este viernes el Día Mundial del Sueño bajo el lema 'Sueño regular, futuro saludable'.
Este día se celebra, además, para resaltar la importante labor que tienen los especialistas para "defender y educar al mundo" sobre la importancia del sueño para lograr una calidad de vida óptima y mejorar la salud global.
Según han destacado los neurólogos, desde que saltara el Estado de Alarma el 14 de marzo de 2020 "nuestro sueño ha empeorado y, por ello, es la razón por la que han proliferado los dispositivos que controlan el sueño y las aplicaciones gratuitas para móviles o los relojes inteligentes que monitorizan el sueño".
Estos dispositivos de muñeca y app que monitorizan nuestra actividad durante la noche no son del todo fiables sino "una moda engañosa que lleva a muchas personas a creer que tienen problemas de sueño", ha afirmado el neurólogo y experto en trastornos del sueño del Centro de Neurología Avanzada, Hernando Pérez, quien ahonda en que ciertas mediciones continuas pueden llevar al ciudadano a "una preocupación obsesiva y excesiva por el dormir".
Asimismo, Pérez ha destacado que actualmente "no existe ningún dispositivo en el mercado que pueda mostrar las fases del sueño de forma fiable, ya que estás app suelen asimilar como sueño la inactividad durante el tiempo pasado en la cama a través de la señal que proporciona el acelerómetro".
Esto se debe a que las pulseras inteligentes hacen sus mediciones gracias a un actímetro, un acelerómetro que detecta los movimientos. A partir de estas mediciones y las características de las diferentes etapas del sueño, realizan una categorización y un breve análisis de la calidad del sueño, diferenciando principalmente entre sueño profundo y sueño ligero.
Es decir, las pulseras inteligentes pueden llegar a detectar que el individuo no duerme bien pero "miden la calidad de tu sueño de una forma bastante simplificada", ha afirmado el experto en sueño del CNA, quién asegura que este proceso no es demasiado eficaz.
"Nada tienen que ver con los datos fiables y exactos que ofrecen las pruebas diagnósticas del laboratorio del sueño como la polisomnografía, para la que se emplean decenas de sensores dispuestos por todo el cuerpo capaces de detectar las fases del sueño en función de la actividad cerebral que transmitan estos electrodos".
Y es que la obsesión por las horas de sueño se ha visto incrementada por el descontrol de horario durante la pandemia, que ha afectado negativamente en el descanso diario sobre todo en los adolescentes.
El experto asegura que la falta de horas de sueño y el hacerlo a destiempo ha repercutido directamente en el rendimiento académico, ya que "se ha observado como los adolescentes han ido desplazando aún más su reloj biológico durante la pandemia porque no ha existido el horario reglado del periodo escolar ni demasiadas obligaciones y han tendido muchas veces a acostarse y levantarse tarde".
Pérez subraya que "está sobradamente demostrado que el dormir a deshoras o a destiempo puede contribuir a que el descanso no sea suficiente y a potenciar los efectos psicológicos de ansiedad y depresión así como todas estas sintomatologías".
Estos motivos han acelerado el interés por dormir y se han multiplicado dispositivos tecnológicos ponibles como los wearables y aplicaciones móviles que aseguran tener la capacidad de monitorizar y controlar el sueño de los usuarios pero que, por el contrario, no ofrecen los resultados esperados, ha concluido el neurólogo.
CORONAINSOMNIO Y COMO RESOLVERLOS
Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre "el 20 por ciento y el 48 por ciento de la población adulta de nuestro país sufre dificultad para iniciar o mantener el sueño" y un estudio de la Universidad de Southampton ha corroborado que los problemas con el sueño han aumentado en el Reino Unido en estos últimos meses y que pasa igual en Grecia, en Italia y en China donde las tasas de insomnio pasaron del 14 al 20 por ciento en lo peor de la pandemia.
De todos estos informes se deduce que "estamos sufriendo una pandemia, con somatizaciones de la ansiedad, cefaleas, bruxismo, donde evidentemente la cifra del insomnio se ha disparado y probablemente de manera más acusada de lo que de lo que expresan los estudios".
El sueño se puede ver afectado por las condiciones físicas, mentales y ambientales que nos rodean y la aparición de la Covid-19 ha traído consigo incertidumbres económicas, el miedo al contagio o a poder morir en soledad. Todo esto ha desembocado en estrés, ansiedad y depresión, consiguiendo un impacto negativo en la calidad de nuestro descanso.
Dormir mal, según este experto del Centro de Neurología Avanzada, puede afectar desde lo más tangible que es "que nos afecte a nuestra calidad de vida en el día a día, que vayamos con un ánimo depresivo irritable con ansiedad o que no nos encontremos bien y se nos disparen las somatizaciones del mal descanso nocturno en forma de dolores de cabeza de mareos e inestabilidad".
Pero, además, a estas alteraciones emocionales se suman los cambios de rutinas, el mayor aislamiento social, más conexión a dispositivos móviles y el teletrabajo que conlleva menor actividad física. Como consecuencia, "nos cuesta más conciliar el sueño y este, al ser más ligero, nos lleva a desvelarnos durante la noche, lo que provoca cansancio y sueño continuado a lo largo del día y la jornada laboral o académica".
Los investigadores de la Royal Pharmaceutical Society en un sondeo con 2.077 personas encontraron que "más de la mitad, sin haber sido diagnosticado, piensa que sufre insomnio y se automedica".
Para Pérez, el problema es que es "lo que la gente entiende por medicamentos para dormir generalmente son las benzodiacepinas, que funcionan como un arma de doble filo porque generalmente nadie las usa bien, ya que dilatan su uso sin atender a las normas de la Agencia Española del Medicamento, que nos avisa que este tipo de medicamentos no deben usarse más allá de cuatro semanas".
Por ello, el experto avisa de la importancia de ir a consulta y no automedicarse para evitar la cronificación del insomnio. "Hay que ir a un especialista cuando se empieza a tener insomnio para evitar que se agudice y la posterior cronificación que se establece por criterio cuando la privación de sueño se prolonga más allá de tres meses".
El horizonte del final de la pandemia provocada por la Covid-19 no es cercano por lo que este especialista aconseja cosas sencillas para mejorar la calidad del sueño como realizar técnicas de relajación, acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, no comer en exceso ni tomar cafeína o alcohol durante la cena. Asimismo, en caso de que la privación del sueño se prolongue, la mejor opción siempre es acudir al especialista para evitar la cronificación del insomnio.