Pastor estima que la alteración del genoma "sólo se debe realizar con intenciones terapéuticas, y nunca de forma eugénesica"
MURCIA, 7 Jun. (EUROPA PRESS) -
El catedrático de Biología Celular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia y vicepresidente de la Asociación Española de Bioética y Ética Medica, Luis Miguel Pastor García, considera un "buen logro" el hallazgo del padre del genoma humano, Craig Venter, cuyo equipo de investigadores ha conseguido crear por primera vez en la historia una célula artificial.
No obstante, Pastor, quien también es editor Jefe de la Revista Cuadernos de Bioética y secretario del Master de Bioética de la Universidad de Murcia, explica en declaraciones a Europa Press que el logro de Venter "exige responsabilidad y sabiduría humana en su uso", y que la postura, como en otras ocasiones similares, tiene que ser de "precaución y prudencia".
A su juicio, las cuestiones bioéticas que se plantean son las "clásicas" en relación al valor del genoma y los limites en su manipulación, y destaca que la ingeniería genética ya tiene "una cierta trayectoria" de años, por lo que existe "suficiente experiencia no sólo técnica sino también ética para sopesar los pros y contras de esta nueva aplicación".
Al ser preguntado por posibles usos "negligentes" de esta nueva tecnología, Pastor afirmó que son muchas las ocasiones en que un descubrimiento puede tener fines "ambivalentes", pero estimó "evidente" que, tras descartar que una nueva tecnología "pudiera ser contraria a la dignidad humana en si misma", la aceptación y desarrollo de la misma "depende de la proporcionalidad de beneficios y riegos que conlleva para el hombre, la humanidad y el ecosistema".
El vicepresidente de la Asociación Española de Bioética y Ética Medica explica que el sentimiento generado por el hallazgo no debe ser de "temor", sino que se trata de tener una actitud de "preservar el futuro del hombre y de la tierra, al mismo tiempo que incrementamos, en este caso, a través de la ciencia, el bienestar integral del ser humano".
"LÍMITES EN HUMANOS"
Respecto a los límites que habría que marcar entre la vida artificial y la natural, Pastor explicó que, en el caso de las plantas y animales, el límite está "en la proporcionalidad de beneficios que se pueden conseguir para el hombre, entre los económicos, o en los ámbitos de la salud y la agricultura, entre otros, en función de evitar riesgos importantes, no sólo para la salud humana, sino también para ecosistema del planeta".
En el caso de los seres humanos, Pastor determina que su postura es que la dignidad humana "contempla a todo el compuesto humano afectando también a su genoma", lo que significa que su alteración o modificación "sólo se debe realizar con intenciones terapéuticas y nunca de forma eugénesica".
"Dicho con otras palabras, nunca se debe utilizar configurando la futura carga genética de la descendencia por voluntad de terceros", matiza el catedrático de Biología Celular, quien considera que "todos tenemos derecho a que se respete la integridad de nuestro genoma en cuanto la identidad genética es parte consustancial de nuestra identidad personal".
Sobre la posibilidad de que alguien se pueda beneficiar económicamente de un avance como este, Pastor se ha mostrado "de acuerdo" con que los beneficios de estas técnicas "no deben ser contrarios al bien común de los hombres" lo que, a su parecer, conlleva "armonizar los intereses privados con los públicos".
La tarea de armonizar estos intereses "es de carácter no sólo político, sino también de carácter legislativo-jurídico", según el experto, quien sostuvo que, como es "lógico", previamente "debe haber un debate social para clarificar los limites de ambos intereses, que no tienen que ser mutuamente excluyentes".
En opinión de Pastor, los experimentos de Venter "son un buen modelo para estudiar con detalle cómo un AND exógeno, en este caso sintetizado, se integra con el resto de los componentes celulares y da como resultado un funcionamiento vital correcto", y añadió que su modelo experimental "puede servir para mejorar toda la tecnología de las transgénesis y, evidentemente, puede llevar a la formación de organismos muy modificados porque introducimos, mas bien sustituimos, un código genético completo a nuestro antojo".
Sin embargo, al ser preguntado por las dudas bioéticas que este hallazgo plantea, Pastor explicó que, a su modo de ver, son las "clásicas en relación al valor del genoma y los limites en su manipulación". Todo ello, siempre "haciendo abstracción de las dificultades de integración que puede haber entre el DNA que fabricamos y el citoplasma que lo recibe", subrayó.
Así, descartó que el hallazgo suponga una "revolución" en el ámbito de la bioética, puesto que "ya existe un largo debate de años sobre la temática bioética-genoma", insistió. No obstante, consideró que "sí que estamos ante un avance de ingeniería genética básica que abre nuevos horizontes tanto al conocimiento biológico general como a la biotecnología".
Todo ello, a pesar de que Venter "no ha creado vida humana sintética", según Pastor, quien consideró mejor sustituir crear por construir, pues el hombre "siempre parte de elementos previos en su trabajo, en cuanto lo que se ha logrado es la sustitución de una parte de la célula por un componente 'artificial', pero similar molecularmente al que hay en la naturaleza".
Desde el punto de vista espiritual y la repercusión de este descubrimiento en los fundamentos de la Iglesia, el catedrático manifestó que "la tradición judeocristiana es clara al valorar el trabajo humano como positivo, como algo querido por Dios para completar y perfeccionar la creación", algo que para confirmar "sólo hay que leer los textos del génesis".
"Otra cosa", según Pastor, es que la humanidad "traspase los límites del árbol de la ciencia del bien y del mal y del árbol de la vida, siguiendo los textos del mismo génesis". Es decir, que la actividad humana "tiene como finalidad la libre afirmación del ser humano pero según esta tradición nunca la libre negación del mismo, como sería el configurar un ser humano a nuestra medida", matizó.
"O lo que es lo mismo, ante la pregunta ¿qué es más fiable o preferible, respetar una naturaleza diseñada por un Dios sabio y bueno o dejar que el propio hombre la diseñe? la tradición judeocristiana contesta que lo primero, lo segundo es temerario y hasta puede abocarnos al dominio de unos sobre otros rompiendo la igualdad de naturaleza entre los hombres".