MADRID, 22 Dic. (EUROPA PRESS) -
El jefe del servicio de pediatría de Vithas Valencia y Castellón, Javier Miranda, ha avisado de la "escasa información" sobre la tartamudez que reciben los pediatras durante su formación, a pesar de que un 5 por ciento de los niños de entre 2 y 5 años presenta disfluencias en algún momento, de las cuales el 80 por ciento remite espontáneamente, mientras que en el otro 20 por ciento persisten, pudiendo prolongarse y agravarse durante la vida adulta.
"Somos los primeros a los que acuden los padres cuando detectan disfluencias en sus hijos y es nuestra obligación formarnos e informarnos sobre la tartamudez, pues no se puede detectar lo que no se conoce", ha asegurado Miranda durante un webinar organizado por la Fundación Vithas y la Fundación Española de la Tartamudez.
Además, prosigue, la principal dificultad para el pediatra reside en saber distinguir correctamente entre las disfluencias evolutivas propias de la madurez del lenguaje, que podrían desaparecer espontáneamente, del inicio de una tartamudez que suele aparecer a la misma edad pero tiene tendencia a la persistencia, lo que puede demorar la derivación del niño al especialista".
Asimismo, la logopeda y miembro del comité de expertos de la Fundación Española de la Tartamudez, Raquel Escobar, ha hecho alusión en su intervención a las investigaciones llevadas a cabo en el campo de la genética, neuroimagen y coordinación motora.
"Estos estudios han evidenciado que la tartamudez está causada por un problema de integración de los circuitos neurológicos. Asimismo, existe una serie de factores de riesgo que predisponen en mayor medida la aparición y desarrollo de la disfluencia como los antecedentes familiares, la edad del niño en el inicio de la tartamudez o la duración del cuadro entre otros", ha afirmado la logopeda.
A lo largo del webinar los expertos han querido hacer hincapié en una de las características más importantes vinculadas a la tartamudez, la variabilidad. "No podemos fiarnos de lo que se ve un único día en consulta, ya que los más pequeños pueden experimentar unos periodos sin disfluencias y otros con muchas y muy fuertes. Debemos escuchar a los padres, ellos pueden proporcionar información clave para el diagnóstico del niño", ha destacado Escobar.
A la hora de realizar un diagnóstico es fundamental valorar la evolución, así como realizar una analítica del habla, las disfluencias, los comportamientos secundarios y de tipo fisiológico, verbal y emocional.
Al tratarse de un proceso de gran complejidad, los expertos han señalado que llevarlo a cabo por parte del pediatra no es tarea fácil, por lo que es de gran importancia que dichos profesionales puedan disponer de herramientas que permitan simplificar el proceso.
Por su parte, la logopeda y miembro del Comité de expertos de la Fundación Española de la Tartamudez, Manoli Torres, ha presentado durante el seminario digital el algoritmo que junto a Escobar han diseñado para facilitar la detección y la atención temprana de niños con tartamudez. "Es fundamental la intervención temprana, no solo por los niños, sino también por los padres, que se enfrentan a un shock emocional importante cuando su hijo empieza a tartamudear", ha indicado Torres.
Para la elaboración del algoritmo de toma de decisión en consulta de Pediatría se han tenido en cuenta principalmente factores de riesgo como los antecedentes familiares o la edad de inicio, siendo especialmente importante si esta es superior a los 5 años.
Además, se establecen unos signos de alerta para aquellos casos en los que no haya presencia evidente de factores de riesgo: que las disfluencias tengan una duración superior a los tres meses desde su aparición, que existan repeticiones de fonemas o de sílabas, bloqueos o prolongaciones, así como comportamientos secundarios de tipo fisiológico, verbal o emocional, son algunos de los aspectos tomados en consideración
Una vez se determina el riesgo de tartamudez persistente, el tratamiento no solo se enfocará al niño sino también a los padres. "Deben conocer que es la tartamudez, sensibilizarles y quitarles el sufrimiento. Desarrollar un modelo de comunicación interactiva adecuado entre los padres y el hijo permitirá disminuir el estrés lingüístico del niño de forma significativa", ha zanjado Torres.