MADRID, 25 Ago. (EUROPA PRESS) -
Parpadear con frecuencia varias veces al día y limpiar las glándulas lagrimales de los párpados con toallitas o jabón neutro son algunas de las recomendaciones que ayudan a evitar la aparición del síndrome del ojo seco producido por factores ambientales, especialmente en aquellos donde haya mucha evaporación.
Así lo ha confirmado Esteban Molina, oftalmólogo de la Unidad Polo Anterior y Glaucoma en la clínica Innova Ocular Virgen de Luján en Sevilla, quién, además, ha destacado evitar el polvo doméstico, el humo del tabaco o los disolventes.
Este síndrome se produce por una alteración de la superficie de la córnea y la conjuntiva ya sea por falta de lágrima o por deficiencias en la calidad de la misma. Esto se traduce en que la superficie no esté bien lubricada dando lugar a molestias oculares, disminución de la visión, lesiones en la córnea y conjuntivitis.
Asimismo, enfermedades como la conjuntivitis, la queratitis víricas, determinados procedimientos quirúrgicos oftalmológicos y la lectura continuada, reducen el número de parpadeos por minuto, favoreciendo la aparición de esta patología.
Para tratarla, el especialista ha recomendado utilizar lágrimas artificiales y pomadas lubricantes para ayudar a controlar la sequedad e irritación. Sin embargo, en el caso de ya haber usado estos tratamientos y que la sequedad no haya disminuido, se puede recurrir al taponamiento de los conductos lagrimales "insertando un pequeño tapón en los puntos lagrimales inferiores".
Además, los pacientes con sequedad ocular grave pueden verse beneficiados por los tratamientos de colirios derivados de su sangre, ya sea el suero autólogo o el plasma rico en plaquetas.
Estos dos tipos de colirios poseen sustancias de la sangre del propio paciente, las cuales son beneficiosas para el metabolismo celular de la córnea, reparación de lesiones corneales, efecto antimicrobiano o acción antiinflamatoria.
Por otro lado, entre los síntomas más frecuentes de esta enfermedad se encuentra la irritación, escozor, enrojecimiento, sensación de cuerpo extraño o arenilla, sensación de pesadez en los párpados y lagrimeo.