MADRID 15 Dic. (EUROPA PRESS) -
La Comisión Europea ha anunciado el lanzamiento de la Iniciativa Europea de Biomonitorización Humana (HBM4EU), con el que pretenden generar conocimiento sobre la exposición de los ciudadanos a los contaminantes químicos y sus posibles efectos sobre la salud.
El programa, que comenzará el 1 de enero de 2017, se desarrollará a lo largo de 5 años y cuenta con un presupuesto estimado superior a los 74 millones de euros, cofinanciado a través de 'Horizonte 2020', y en él participan más 100 instituciones europeas pertenecientes a 26 países, entre ellos España.
En ese sentido, el Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III (CNSA-ISCIII) lidera la participación española en la que también están representados, entre otros, el Instituto de Salud Global Barcelona (antiguo CREAL) la Escuela Andaluza de Salud Pública, y la Universidad de Granada como terceras partes vinculadas a él.
En total, España recibirá 2,3 millones de euros de cofinanciación europea; de los cuales se estima que el Carlos III reciba una contribución superior a 1,5 millones de euros, lo que representa un 3 por ciento del total de la financiación.
La biomonitorización en humanos está definida como la estimación de la exposición a sustancias químicas presentes en el medio ambiente mediante la medida directa de dichas sustancias o de sus derivados en muestras biológicas como sangre, orina, pelo, etcétera.
Y los estudios de monitorización biológica humana son una herramienta muy útil en salud pública para conocer la exposición a contaminantes ambientales de la población general, según los impulsores de esta iniciativa, ya que permite identificar y eliminar posibles fuentes de exposición, estudiar relaciones entre contaminantes y efectos en la salud, identificar grupos de poblaciones vulnerables a determinados contaminantes y fijar prioridades en investigación sobre medioambiente y salud.
Además, también es utilizada en políticas de salud, como base para el desarrollo de leyes encaminadas a la reducción de la contaminación por productos químicos. Un ejemplo es la introducción de la gasolina sin plomo, ya que desde su implantación se demostró una reducción importante de los niveles de plomo en sangre de la población. A partir de ahí, está demostrado que la inhalación de plomo puede dañar el sistema nervioso, la reducción de los niveles ha disminuido, por tanto, el riesgo de daño al sistema nervioso.