ALICANTE 11 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un estudio en el que participan investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) ha revelado la necesidad de replantear la duración y el enfoque de los tratamientos contra la adicción al alcohol, al evidenciar que, dos años después de finalizar un programa de tratamiento, las personas con dependencia alcohólica moderada o grave han continuado mostrando una elevada reactividad ante estímulos relacionados con el alcohol y están en riesgo de recaída.
Así lo muestra un nuevo estudio publicado en la revista 'Frontiers in Psychiatry', liderado por el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Gabriel Rubio, en colaboración con el catedrático de la UMH Jorge Manzanares, según ha indicado la institución académica ilicitana en un comunicado.
En este estudio se evaluaron 154 pacientes del Programa de Tratamiento del Alcoholismo del Hospital Universitario 12 de octubre de Madrid en dos momentos: al inicio del tratamiento y dos años después de finalizarlo. Los síntomas de ansiedad, depresión e impulsividad disminuyeron con el tiempo. Por el contrario, los niveles de reactividad a estímulos visuales relacionados con el alcohol y la respuesta del cortisol se mantuvieron estables durante este tiempo.
Además, los pacientes seguían presentando diferencias marcadas respecto a un grupo control de personas sin problemas de adicción. El psiquiatra del Hospital Universitario 12 de octubre e investigador de la Universidad Complutense Gabriel Rubio ha destacado que estos datos confirman el carácter crónico del Trastorno por Uso de Alcohol.
"Los resultados subrayan que dejar de beber no significa haberse recuperado de la adicción. Las huellas que deja el alcohol en el cerebro requieren estrategias de recuperación sostenidas en el tiempo, al menos durante cinco años, y personalizadas", ha detallado.
Según han explicado los investigadores, es posible evaluar la presencia de ciertos marcadores biológicos de la adicción. En este estudio, se ha tenido en cuenta la respuesta al cortisol cuando los pacientes observaban imágenes relacionadas con el alcohol. El cortisol es una hormona que el cuerpo libera en situaciones de estrés.
Los resultados han indicado que la reactividad hacia las imágenes de alcohol y los niveles de cortisol antes y después de su visualización no se modifican significativamente, ni siquiera tras años de abstinencia.
Por su parte, el profesor Manzanares --quien realiza su investigación en el Instituto de Neurociencias, centro mixto de la UMH y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-- ha precisado que el cortisol es "un buen indicador" del impacto que tiene un estímulo en el cuerpo.
"Hemos observado que su concentración aumenta cuando una persona se expone a imágenes o situaciones que su cerebro relaciona con el alcohol", ha señalado.
En la misma línea, el profesor Rubio ha añadido que este tipo de reactividad "ocurre de forma automática, sin necesidad de que la persona tenga deseos conscientes de beber".
Según los expertos, el problema no es tanto tener "altos niveles de cortisol", sino que el sistema de respuesta al estrés no funciona adecuadamente. Este patrón de respuesta, conocido como 'blunted cortisol response', es un indicio de sobrecarga del eje del estrés. "Una persona con adicción al alcohol, aunque está en abstinencia, tiene activada de forma permanente su respuesta de estrés, lo que facilita que priorice el consumo de alcohol y el riesgo de recaída", han aclarado los expertos.
PERSONAS CON "MÁS RIESGO" DE RECAÍDAS
Los investigadores han observado que esta alteración es más marcada en hombres y en personas que habían tenido recaídas durante el proceso, lo que sugiere que la vulnerabilidad al estrés puede mantenerse con el tiempo.
"Medir el cortisol en saliva podría utilizarse como herramienta para identificar a quienes tienen más riesgo de sufrir recaídas o problemas médicos relacionados con el estrés crónico, ya que es un procedimiento sencillo y poco invasivo", ha apuntado Manzanares.
Por su lado, el profesor Rubio ha considerado "crucial" implementar programas de continuidad de cuidados que apoyen a las personas en recuperación en su entorno habitual, para "evitar recaídas y consolidar una recuperación basada en valores".
Este trabajo ha sido financiado por el proyecto PI22/00355 del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), cofinanciado por la Unión Europea. También, ha contado con el apoyo de la Oficina Regional de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, la Federación de Ex-Alcohólicos de la Comunidad de Madrid y la Red de Investigación en Atención Primaria de Adicciones (RIAPAd).