MADRID, 11 Abr. (EUROPA PRESS) -
El tratamiento quirúrgico del Parkinson mediante estimulación cerebral profunda logra controlar el temblor y reducir la rigidez en el 80 por ciento de los casos candidatos a cirugía, además de disminuir la cantidad de medicación necesaria para controlar la enfermedad.
"Estudios muy recientes están demostrando que la implantación de este tipo de dispositivos y su funcionamiento mantenido en el tiempo mejora la evolución de la enfermedad de Parkinson, retrasando claramente el empeoramiento progresivo", ha comentado el director de la Unidad de Neurocirugía RGS, Rafael García de Sola, con motivo de la celebración del Día Mundial del Parkinson.
Y es que, el tratamiento de esta enfermedad ha evolucionado en los últimos años mejorando la calidad del vida de los pacientes y retrasando la evolución de la patología, algo en lo que la neurocirugía ha sido clave.
"Hoy día se pueden llegar a ver en la resonancia magnética, con extraordinaria precisión, los núcleos neuronales implicados en esta enfermedad. Se puede acceder a ellos con muy baja o nula morbilidad o mortalidad. Y se puede colocar en estos núcleos un dispositivo muy complejo que consiste en un electrodo a través del cual se manda un estímulo eléctrico que regula el funcionamiento de estos núcleos. Es similar al marcapasos cardiaco, en que queda todo por dentro de la piel, solo que el electrodo está situado a nivel cerebral", ha explicado García de Sola.
DISMINUCIÓN DE LA RIGIDEZ EN MANOS Y PIERNAS
Como resultado, el paciente queda sin temblor y con una disminución muy marcada de la rigidez en brazos y piernas en un porcentaje de casos superior al 80 por ciento y sin secuelas quirúrgicas. Esto, además, permite disminuir la cantidad de medicación necesaria para controlar la enfermedad.
Ahora bien, este tipo de tratamiento requiere de equipos multidiciplinares de Neurocirugía, Neurología, Neuroradiología y Neurofisiología. En ellos se hace el estudio y selección del paciente idóneo para ofertarle el tratamiento quirúrgico, se diseña y se lleva a cabo la intervención quirúrgica y se coordina la conjunción de tratamiento médico y estimulación cerebral tras la implantación del sistema de Estimulación Cerebral Profunda.
El candidato a este tratamiento suele ser un paciente con menos de 70 años, con buena respuesta al tratamiento con L-Dopa, que precisa ya altas dosis de medicación con efectos secundarios adversos, y un buen estado general fuera de la enfermedad.