MADRID, 15 Ene. (EUROPA PRESS) -
Cardiólogos del hospital Catharina de Eindhoven, en Países Bajos, han descubierto que enfriar parte del corazón antes y después de una angioplastia puede limitar el daño provocado por un infarto agudo de miocardio.
Este procedimiento, que ha sido codesarrollado por el cardiólogo Luuk Otterspoor y la compañía LifeTec Group, una 'spin off' de la Universidad Tecnológica de Eindhoven, ya ha sido probado con éxito en 10 pacientes para comprobar su seguridad, y los autores lo comparan con el enfriamiento de las articulaciones tras un golpe, con el objetivo de rebajar la inflamación.
"Para evitar este hinchazón, los músculos a menudo se enfrían inmediatamente. Ahora aplicamos el mismo principio al corazón y al enfriar la parte que se ve afectada por una arteria coronaria obstruida o constreñida, el músculo cardíaco resulta menos dañado después de que se abra la constricción, y esto en última instancia puede reducir el impacto del infarto y el daño al corazón en un 20 a 30 por ciento", ha destacado Otterspoor.
En los pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio existe el riesgo de que se dañe para siempre parte del tejido muscular del corazón.
Y esto hace que, durante una angioplastia, la arteria coronaria estrecha se abra lo más rápido posible, aunque puede causar un daño adicional una vez que la sangre comience a fluir de nuevo. Las células del músculo cardíaco se hinchan y esta presión hace que los capilares se cierren, causando daños irreversibles.
"Ese daño o lesión por reperfusión, como se conoce, es lo que queremos limitar con este nuevo método. Y aunque ya se ha demostrado a nivel internacional en modelos animales que este enfriamiento funciona, hasta la fecha no había sido posible localizar el enfriamiento de un corazón humano", según detalla este experto.
DIEZ MINUTOS A 4-5 GRADOS
En su trabajo, los cardiólogos enfriaron el corazón hasta 4 o 5 grados al inyectar un líquido justo después del cierre de la arteria coronaria. La parte afectada del corazón se enfría durante diez minutos, en los que se abre la arteria coronaria con un pequeño globo para que la sangre pueda volver a fluir a la parte afectada del corazón.
"Después de esto, refrescamos el corazón otra vez por otros diez minutos y colocamos un stent en el estrechamiento", según Otterspoor.
En los diez pacientes tratados se demostró la seguridad de estas intervenciones, así como que eran técnicamente factibles. Además, con este nuevo tratamiento la arteria coronaria obstruida se mantiene cerrada durante 10 minutos más.
"Los pacientes sienten presión sobre el pecho por otros 10 minutos como resultado, pero vale la pena en vista de los beneficios para la salud a largo plazo", han explicado, confiando en que este nuevo método aumente las posibilidades de supervivencia de los pacientes que han sufrido un infarto y reduzca su riesgo a posteriori.
El siguiente paso es iniciar un importante estudio de seguimiento europeo para evaluar sus beneficios, que incluirá a 100 pacientes y se llevará a cabo en centros cardiovasculares en Aalst (Bélgica), Glasgow (Gran Bretaña), Copenhague (Dinamarca), Orebro (Suecia) y Budapest (Hungría).
"Esperamos tener hechos y cifras concretos en tres años sobre los beneficios para la salud de este nuevo enfoque", ha concluido Otterspoor.