MADRID 17 May. (EUROPA PRESS) -
Las arterias coronarias de la princesa egipcia Ahmose-Meryet-Amon, visualizadas a través de una tomografía computerizada (TC) de todo el cuerpo, se pueden ver en dos presentaciones que se desarrollarán en el marco de la Conferencia Internacional de Imagen Cardiovascular No-Invasiva (ICNC, en inglés), que se celebra hasta mañana en Ámsterdam, uno de los más importantes eventos científicos en el mundo.
La princesa Ahmose-Meryet-Amon, que vivió en Tebas (Luxor) entre los años 1580 y 1550 antes de Cristo (AC), consumía una dieta rica en vegetales, fruta y con una limitada cantidad de carne. También tomaba pan y cerveza, fabricados con el trigo y la cebada que crecía a lo largo del Nilo durante este periodo del antiguo Egipto. El tabaco y las grasas trans se desconocía y el estilo de vida parecía activo.
Ambas presentaciones se basarán en los descubrimientos procedentes del 'Estudio Horus', en el que aterosclerosis arterial fue analizada en 52 momias egipcias. Los resultados de este trabajo han demostrado que 44 de estas momias presentaban arterias reconocibles y que 16 tenían incluso un corazón que se podía identificar.
La calcificación arterial, como marcador de la aterosclerosis, fue evidente en diversos puntos de casi la mitad de las momias escaneadas, lo que llevó a observar a los investigadores que este problema era común en este grupo de mediana edad o mayores antiguos egipcios.
Las 20 momias con aterosclerosis confirmada eran mayores (lo que significa de unos 45 años) que aquellas que presentaban el tejido vascular intacto pero sin aterosclerosis (34,5 años).
Aunque relativamente común en otros puntos vasculares, la aterosclerosis en las arterias coronarias fue evidente sólo en tres de las momias investigadas, pero se pudo visualizar con claridad en la princesa Ahmose-Meryet-Amon, en quien las calcificaciones estaban presentes en cada lecho vascular que se visualizó con esta técnica.
El escáner por TC mostró también que la princesa, que murió al cumplir los 40 años, tenía aterosclerosis en dos de sus tres arterias coronarias principales.
Según el co-autor principal de este estudio, Gregory S. Thomas, director de Educación en Cardiología Nuclear de la Universidad de California, en Estados Unidos, "en la actualidad, la princesa habría necesitado una operación de 'by-pass'"
"Sobre todo --señala-- es sorprendente la cantidad de aterosclerosis que hemos encontrado". "Pensamos en la aterosclerosis como una enfermedad propia del estilo de vida moderno, pero está claro que también existía hace 3.500 años. Nuestros descubrimientos, ciertamente, ponen en tela de juicio la percepción de la aterosclerosis como una enfermedad moderna", asevera.
Sin embargo, si la princesa llevaba una dieta aparentemente sana y un estilo de vida probablemente activo, ¿cómo pudo esta 'enfermedad de la vida moderna' afectarla de forma tan notable?. El doctor Thomas y el co-autor de este trabajo, Adel Allam, de la Universidad Al Azhar, en El Cairo (Egipto) sugieren tres posibilidades.
La primera es que podría existir todavía algún factor de riesgo desconocido para la enfermedad cardiovascular o al menos un vínculo que aún no comprendemos. El doctor Allam señala un probable efecto de la herencia genética, apuntando que parte de la predisposición humana frente a la aterosclerosis podría derivarse de los genes.
Asimismo, Allam sugiere la posibilidad de que una respuesta inflamatoria a las frecuentes infecciones parasitarias, comunes en el antiguo Egipto, podrían haber predispuesto a la aparición de enfermedades coronarias, de una forma similar a la que los casos de VIH inmunocomprometidos parecen también predispuestos a sufrir enfermedades coronarias tempranas.
Sin embargo, los investigadores no excluyen los posibles efectos de la dieta, pese a lo que conocemos del antiguo Egipto. La princesa Ahmose-Meryet-Amon procedía de una familia noble y su padre, Seqenenre Tao II, era el último faraón de la Dinastía número 17.
Por ello, es probable que su dieta no estuviera compuesta solamente de los productos que comían los egipcios del pueblo. Como miembro de la realeza, podría haber consumido más platos de lujo, con más carne, mantequilla y queso. Además, la comida se conservaba en sal, lo que podría tener un efecto negativo sobre su salud.