MADRID 18 Sep. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes muy ancianos, es decir aquellos que ya son octogenarios, tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, unas patologías que representan una importante causa de discapacidad y de carga económica, por este motivo los cardiólogos han editado el primer documento de consenso sobre el control de factores de riesgo cardiovascular en estos pacientes.
El objetivo se marcar las pautas de actuación en prevención cardiovascular de la población octogenaria o de más edad, estableciendo una serie de recomendaciones en cuanto al estilo de vida o a la adaptación del tratamiento farmacológico dependiendo de cada factor de riesgo cardiovascular.
La publicación se presenta este viernes en el marco de la Reunión Anual de la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) que se celebrará en Barcelona, y cuenta con el aval de las cuatro sociedades médicas implicadas en el manejo de estos pacientes, como la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), la Sociedad Española de Cardiología (SEC), la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC).
Con ella se pretende ayudar a los médicos en la toma de decisiones en la práctica clínica diaria en torno a aspectos como la modificación del estilo de vida, el tratamiento de la hipertensión, la dislipemia o la anticoagulación.
"Aun así, no están pautadas las decisiones sobre cómo tratar los factores de riesgo cardiovascular en este grupo de población, ya que las escalas de riesgo actuales se centran en medir el riesgo de muerte cardiovascular y no otros factores pronósticos tan importantes en este grupo de edad como son la incapacidad funcional o la demencia", destaca el doctor Manuel Martínez-Sellés, presidente de la Sección de Cardiología Geriátrica de la SEC y jefe de la Sección de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón.
"Nuestro objetivo es mantener las óptimas expectativas de vida para el anciano, logrando preservar al máximo su capacidad funcional y cognitiva, y asegurarle la mejor calidad de vida posible", añade.
PRINCIPALES RECOMENDACIONES.
La guía esta dividida en octogenarios que son los que gozan de una mejor calidad de vida, lo forman aquellas personas que poseen una expectativa de vida de más de tres años, escasa comorbilidad, buena capacidad funcional y ausencia de trastorno cognitiva importante; y aquellos ancianos mayores que tienen una esperanza de vida de menos de tres años, que sufren alguna comorbilidad grave (fallo de algún órgano avanzado), demencia moderada-grave y/o un deterioro funcional importante.
Según indica el escrito, y por factores de riesgo, los pacientes del primer grupo (es decir, los que llegan a la vejez con una buena calidad de vida) pueden someterse sin riesgo a la modificación del estilo de vida (que incluye la eliminación del consumo de tabaco y recomendaciones individualizadas sobre dieta y ejercicio físico), ya que ello les permitirá mejorar su estado de salud general; no obstante, deberá valorarse su indicación en el subgrupo de pacientes ancianos más críticos, según la valoración del impacto que estos cambios puedan implicar sobre el paciente.
El tratamiento de la hipertensión también será distinto y deberá ceñirse al riesgo de cada tipo de paciente. Así, los octogenarios con buen estado de salud tendrán un objetivo general de presión arterial de ?150/90mmHg, salvo aquellos pacientes con intolerancia a los medicamentos antihipertensivos y los octogenarios del segundo grupo cuyos niveles serán de 160/90mmHg.
El tratamiento farmacológico solo estará indicado para aquellos pacientes que no logren alcanzar sus cifras objetivo mediante la modificación de los hábitos de vida (dieta sin sal, ejercicio y pérdida de peso) y siempre y cuando éste sea bien tolerado para el paciente (sin efectos adversos) y vigilando, siempre, para evitar descensos en la PA de <120mmHg de presión sistólica y de <80mmHg de presión diastólica.
En cuanto al control de la dislipidemia (alteración del metabolismo de los lípidos), los niveles óptimos de lipoproteínas de baja densidad (LDL o "colesterol malo") en prevención primaria serian de <130 mg/dl y en prevención secundaria de <100 mg/dl (<70 mg/dl en pacientes de muy alto riesgo). En referencia al tratamiento mediante estatinas, estas estarían indicadas en prevención secundaria si la tolerancia es buena, y en prevención primaria solo en pacientes de muy alto riesgo (diabetes o más de dos factores de riesgo), siempre y cuando la tolerancia sea buena y no se haya logrado alcanzar los niveles óptimos mediante la modificación de los hábitos de vida (dieta y ejercicio).
Cabe destacar que la prescripción de estatinas está totalmente desaconsejada en el segundo grupo de pacientes octogenarios que presentan criterios agravantes (comorbilidad grave, demencia o deterioro funcional).
Por último, y en cuanto a la antiagregación plaquetaria mediante ácido acetilsalicílico (AAS), esta está indicada en dosis bajas (75-100mg) para todos los casos de prevención secundaria, siempre que el riesgo hemorrágico no sea elevado, y en prevención primaria solo en sujetos de muy alto riesgo (diabetes, múltiples factores de riesgo o enfermedad vascular subclínica).
La doble terapia de antiagregación (AAS más clopidogrel) estaría indicada durante el primer año para aquellos octogenarios con síndrome coronario agudo (SCA) y/o intervención coronaria percutánea (stent). Se desaconseja la indicación de antiagregantes en aquellos pacientes octogenarios que poseen un peor perfil de riego, es decir, a todos aquellos que cumplan con los criterios inclusivos del segundo grupo, anteriormente citados.