MADRID, 11 Nov. (EUROPA PRESS) -
El riesgo de muerte es seis veces mayor entre los pacientes que presentan dificultad respiratoria tras su ingreso hospitalario, según una investigación de la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos) publicada en 'ERJ Open Research'. Según el trabajo, los pacientes que sufrían dolor no tenían mayor probabilidad de fallecer.
LA FALTA DE AIRE MULTIPLICA POR SEIS EL RIESGO DE MUERTE
El estudio realizado con casi 10.000 personas sugiere que preguntar a los pacientes si sienten que les falta el aire podría ayudar a los médicos y enfermeras a centrar la atención en quienes más la necesitan.
El estudio, pionero en su género, fue dirigido por el profesor asociado Robert Banzett del Centro Médico Beth Israel Deaconess de la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston, Estados Unidos. El experto aporta: "La disnea, o dificultad para respirar, es un síntoma muy desagradable. Algunas personas la experimentan como sensación de hambre, falta de aire o asfixia. En los hospitales, el personal de enfermería suele pedir a los pacientes que califiquen cualquier dolor que experimenten, pero no ocurre lo mismo con la disnea".
Nuestras investigaciones anteriores han demostrado que la mayoría de las personas son capaces de evaluar e informar sobre este síntoma; sin embargo, existe muy poca evidencia sobre si está relacionado con la gravedad de la enfermedad de los pacientes hospitalizados".
En colaboración con enfermeras del Centro Médico Beth Israel Deaconess, quienes registraban la disnea reportada por los pacientes dos veces al día, los investigadores descubrieron que era factible pedir a los pacientes hospitalizados que calificaran su disnea del 0 al 10, de la misma manera que califican su dolor. Formular la pregunta y registrar la respuesta solo tomaba 45 segundos por paciente.
Los investigadores analizaron la dificultad para respirar y el dolor reportados por los pacientes de 9.785 adultos ingresados ??en el hospital entre marzo de 2014 y septiembre de 2016. Compararon esto con datos sobre resultados, incluidas las muertes, en los dos años siguientes.
Esto demostró que los pacientes que desarrollaron dificultad respiratoria en el hospital tenían seis veces más probabilidades de fallecer en el hospital que aquellos que no presentaban dificultad respiratoria. Cuanto mayor era la intensidad de la dificultad respiratoria percibida por los pacientes, mayor era su riesgo de fallecer. Los pacientes con disnea también tenían mayor probabilidad de requerir atención de un equipo de respuesta rápida y de ser trasladados a cuidados intensivos.
El veinticinco por ciento de los pacientes que sentían falta de aire en reposo cuando fueron dados de alta del hospital murieron dentro de los seis meses, en comparación con una mortalidad del siete por ciento entre aquellos que no sintieron disnea durante su tiempo en el hospital.
Por el contrario, los investigadores no encontraron una relación clara entre el dolor y el riesgo de muerte. El profesor Banzett asegura: "Es importante destacar que la disnea no es una sentencia de muerte; incluso en los grupos de mayor riesgo, el 94% de los pacientes sobrevive a la hospitalización y el 70% sobrevive al menos dos años después. Sin embargo, identificar a los pacientes en riesgo mediante una evaluación sencilla, rápida y económica permitirá una mejor atención individualizada. Creemos que solicitar rutinariamente a los pacientes que califiquen su dificultad para respirar mejorará el manejo de este síntoma, a menudo alarmante".
UN SÍNTOMA CLAVE QUE APENAS SE REGISTRA
La sensación de disnea alerta de que el cuerpo no está recibiendo suficiente oxígeno ni eliminando suficiente dióxido de carbono. El fallo de este sistema representa una amenaza existencial. Los sensores distribuidos por todo el cuerpo, en los pulmones, el corazón y otros tejidos, han evolucionado para informar sobre el estado del sistema en todo momento y proporcionar una alerta temprana de un fallo inminente, acompañada de una fuerte respuesta emocional.
Los investigadores afirman que sus hallazgos deben confirmarse en otros tipos de hospitales del mundo y que se necesita investigación para demostrar si pedir a los pacientes que califiquen su dificultad para respirar mejora los tratamientos y los resultados.
No obstante, este estudio destaca cómo una simple valoración de la disnea puede servir como un fuerte signo de alerta temprana de deterioro clínico. La disnea de inicio reciente durante la hospitalización conllevó un riesgo especialmente elevado, muy superior al asociado al dolor. Para los equipos de hospitalización, cualquier aumento de la disnea debe motivar una reevaluación rápida y una monitorización más estrecha.
Así, desde la perspectiva de la atención primaria, la elevada mortalidad a dos años en pacientes dados de alta con disnea señala la necesidad de un seguimiento poshospitalario más estricto. Estos pacientes podrían beneficiarse de visitas tempranas, revisión de la medicación y manejo proactivo de la enfermedad cardiopulmonar. Una escala rápida de disnea ofrece un gran valor pronóstico y debería orientar tanto las decisiones hospitalarias como la planificación ambulatoria.