MADRID, 16 Mar. (EUROPA PRESS) -
La supervivencia por paro cardíaco en la calle se duplicó cuando un transeúnte interviene para aplicar un desfibrilador externo automático (DEA, por sus siglas en inglés) antes de que llegaran los servicios médicos, según una nueva investigación que se publica en la revista 'Circulation', de la Asociación Americana del Corazón.
Según la Asociación Estadounidense del Corazón, de los más de 350.000 paros cardiacos extrahospitalarios que se producen en Estados Unidos cada año, más de 100.000 ocurren fuera del hogar. Menos de la mitad (45,7 por ciento) de las víctimas de paro cardiaco obtiene la ayuda inmediata que necesita antes de que lleguen los servicios de emergencia, en parte porque los servicios médicos de emergencia se demoran, en promedio, entre cuatro y diez minutos en llegar hasta alguien con un paro cardiaco.
Un equipo internacional de investigadores analizó 49.555 paros cardiacos extrahospitalarios ocurridos en las principales ciudades de Estados Unidos y Canadá, y se centraron en un subgrupo clave de estos infartos, aquellos que ocurrieron en público, con testigos y fueron susceptibles de que les proporcionaran una descarga.
Los investigadores encontraron que casi el 66 por ciento de estas víctimas sobrevivieron al alta hospitalaria después de que un transeúnte les aplicara una descarga con uno de estos dispositivos. Sus hallazgos resaltan que los transeúntes marcan una diferencia fundamental en ayudar a las víctimas de paro cardiaco antes de que los servicios de emergencia puedan llegar a la escena.
Entre los resultados del estudio, cabe destacar que los espectadores usaron un DEA en el 18,8 por ciento de estos casos. Las víctimas de paro cardiaco que recibieron un shock de un DEA disponible públicamente registran muchas más posibilidades de sobrevivir y ser dados de alta del hospital que quienes no lo obtuvieron: 66,5 por ciento frente al 43 por ciento.
CASI TRES VECES MÁS PROBABILIDADES DE SOBREVIVIR
Las víctimas de paro cardiaco que recibieron un choque de un DEA disponible públicamente administrado por un transeúnte registraban 2,62 veces más de probabilidades de supervivencia al alta hospitalaria y 2,73 veces más resultados favorables en comparación con las víctimas que recibieron la primera descarga con un DEA cuando llegaron los servicios de emergencia.
Las víctimas que recibieron una descarga de DEA de un transeúnte (57,1 por ciento) que usaron un dispositivo disponible públicamente en lugar de tener que esperar al personal de respuesta de emergencia (32,7 por ciento) estaban casi normales y tuvieron mejores resultados. Sin un transeúnte que utilice la terapia de choque DEA, el 70 por ciento de los pacientes con paro cardiaco murió o sobrevivió con deterioro de la función cerebral.
"Estimamos que aproximadamente se salvan 1.700 vidas en Estados Unidos por año por transeúntes que usan un DEA --afirma el autor principal del estudio, Myron Weisfeldt--. Desafortunadamente, no hay suficientes estadounidenses que sepan buscar DEA en lugares públicos, ni estén entrenados sobre cómo usarlos a pesar de los grandes y efectivos esfuerzos de la Asociación Americana del Corazón".
Según la Asociación Americana del Corazón (AHA), el uso de un DEA es el tercer paso en la cadena de supervivencia del paro cardiaco. Los dos primeros pasos en un paro cardiaco extrahospitalario presenciado son llamar a emergencias y comenzar inmediatamente una reanimación cardiopulmonar (RCP). Una de las limitaciones del estudio es que solo examinó el uso de DEA por testigos sin considerar el impacto combinado de llamar a emergencias e iniciar una RCP inmediata.
Durante un paro cardiaco, la actividad eléctrica en el corazón se interrumpe. Según la Asociación Estadounidense del Corazón, cada segundo cuenta, porque sin una RCP inmediata, el corazón, el cerebro y otros órganos vitales no reciben suficiente sangre oxigenada. Por cada minuto sin RCP, la probabilidad de muerte aumenta en un 10 por ciento.
Basándose en los hallazgos del estudio, Weisfeldt y su equipo, incluido el autor principal del estudio, el estudiante de medicina de John Hopkins, en Estados Unidos, Ross Pollack, desearían una mayor distribución de los DEAs, incluso equipar a la policía con desfibriladores, especialmente en regiones donde el personal de emergencia necesita mucho tiempo para llegar al paciente. "Los espectadores tienen el potencial de salvar una vida --continúa Weisfeldt--. Esto debería ser un gran incentivo para que los funcionarios de salud pública y los transeúntes luchen por que se usen DEAs en todas las víctimas de un paro cardiaco".