Descubren un biomarcador para rastrear la recuperación de la depresión farmacorresistente

Archivo - Mujer sentada en un sillón pensado. Depresión.
Archivo - Mujer sentada en un sillón pensado. Depresión. - ISTOCK/ SAM THOMAS - Archivo
Publicado: martes, 26 septiembre 2023 18:05

MADRID, 26 Sep. (EUROPA PRESS) -

Investigadores del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de Estados Unidos han identificado un patrón de actividad cerebral o biomarcador relacionado con los signos clínicos de recuperación de la depresión farmacorresistente, a través del uso de un novedoso dispositivo de estimulación cerebral profunda (ECP).

Los resultados de este pequeño estudio son un paso importante hacia el uso de datos cerebrales para comprender la respuesta de un paciente al tratamiento con ECP. El estudio se publicó en 'Nature' y contó con el apoyo de la iniciativa 'Brain Research Through Advancing Innovative Neurotechnologies', o Iniciativa 'BRAIN', de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos.

Aunque el método sigue siendo experimental, la investigación clínica demuestra que la ECP puede utilizarse de forma segura y eficaz para tratar casos de depresión en los que los síntomas no han mejorado con antidepresivos, lo que se conoce como depresión resistente al tratamiento.

Las personas que reciben ECP se someten a una intervención quirúrgica en la que se les implanta un delgado electrodo metálico en zonas cerebrales específicas para administrar impulsos eléctricos que modulan la actividad cerebral. No se sabe exactamente cómo mejora la ECP los síntomas de la depresión, lo que ha dificultado a los investigadores el seguimiento objetivo de la respuesta de los pacientes al tratamiento y los ajustes necesarios.

En el pequeño estudio participaron 10 adultos con depresión resistente al tratamiento, todos los cuales se sometieron a terapia de ECP durante seis meses.

Cada participante recibió la misma dosis de estimulación al principio y luego se aumentaron los niveles de estimulación una o dos veces. Posteriormente, los investigadores utilizaron herramientas de inteligencia artificial (IA) para analizar los datos cerebrales recogidos de seis pacientes y observaron una firma de actividad cerebral común o biomarcador que se correlacionaba con los pacientes que declaraban sentir síntomas de depresión o se mantenían estables a medida que se recuperaban.

En un paciente, los investigadores identificaron el biomarcador y pudieron predecir retrospectivamente que volvería a caer en un episodio depresivo mayor cuatro semanas antes de que las entrevistas clínicas mostraran que corrían el riesgo de sufrir una recaída.

"Este estudio demuestra cómo las nuevas tecnologías y un enfoque basado en datos pueden perfeccionar el tratamiento con ECP de la depresión grave, que puede ser debilitante", afirma el doctor John Ngai, director de la iniciativa 'BRAIN'. "Es este tipo de trabajo colaborativo, posible gracias a 'BRAIN', el que acerca las terapias prometedoras al uso clínico", ha expresado.

En el estudio, los pacientes recibieron ECP dirigida al córtex cingulado subcalloso (CSC), una región del cerebro que regula el comportamiento emocional y está implicada en los sentimientos de tristeza.

La ECP de la corteza cingulada subcallosa es una terapia emergente que puede proporcionar un alivio estable y duradero de los síntomas depresivos durante años. Sin embargo, el uso de la ECP para tratar la depresión sigue siendo un reto porque el camino de cada paciente hacia una recuperación estable es diferente. Además, los médicos también deben basarse en los autoinformes subjetivos de las entrevistas con los pacientes y en las escalas de valoración psiquiátrica para determinar si el paciente se recupera o no.

Esto hace difícil distinguir entre variaciones normales del estado de ánimo y situaciones más graves que requieren un ajuste de la estimulación. Además, los cambios en los síntomas en respuesta a la ECP pueden tardar semanas o meses en producirse, lo que dificulta saber hasta qué punto está funcionando la terapia.

"Este biomarcador sugiere que las señales cerebrales pueden utilizarse para ayudar a comprender la respuesta de un paciente al tratamiento con ECP y ajustar el tratamiento en consecuencia", ha afirmado el doctor Joshua A. Gordon, director del Instituto Nacional de Salud Mental de los NIH. "Los hallazgos marcan un gran avance en la traslación de una terapia a la práctica", ha añadido.

EL 90% MOSTRÓ MEJORÍA

Los pacientes del estudio respondieron bien a la terapia de ECP; al cabo de seis meses, el 90 por ciento mostraba una mejoría significativa de los síntomas de depresión, y el 70 por ciento estaba en remisión o ya no estaba deprimido. Esta elevada tasa de respuesta constituyó una oportunidad única para echar la vista atrás y examinar cómo el cerebro de cada paciente respondía de forma diferente a la estimulación durante el tratamiento.

El doctor Christopher Rozell, titular de la cátedra Julian T. Hightower y profesor de ingeniería eléctrica e informática del Georgia Tech de Atlanta, y sus colegas utilizaron una técnica denominada IA explicable para comprender estos sutiles cambios en la actividad cerebral.

El algoritmo usó datos cerebrales para distinguir entre estados depresivos y estados estables de recuperación, y fue capaz de explicar qué cambios de actividad en el cerebro eran los principales impulsores de esta transición. Y lo que es más importante, el biomarcador también distinguía entre los cambios de humor transitorios cotidianos y los estados depresivos.

Los investigadores también utilizaron herramientas de IA para analizar los cambios en la expresión facial extraídos de los vídeos de las entrevistas a los participantes. En un entorno clínico, la expresión facial de un paciente puede reflejar la gravedad de sus síntomas de depresión, un cambio que los psiquiatras probablemente detectan en las evaluaciones clínicas rutinarias.

Encontraron patrones en las expresiones individuales de los pacientes que coincidían con su transición de la enfermedad a una recuperación estable. Esto podría servir como herramienta adicional y nuevo marcador conductual para seguir la recuperación en la terapia ECP. Se necesita más investigación para determinar si el análisis de vídeo puede predecir de forma fiable los estados actuales y futuros de la enfermedad.

Tanto los cambios observados en la expresión facial como los déficits anatómicos se correlacionaron con los estados cognitivos captados por el biomarcador, lo que respalda el uso de este en la gestión de la terapia ECP para la depresión.

El equipo de investigación está confirmando ahora sus hallazgos en una segunda cohorte de pacientes del Mount Sinai. Los estudios futuros seguirán explorando los efectos antidepresivos de la ECP mediante un dispositivo de nueva generación que estudiará la base neural de los cambios momentáneos del estado de ánimo.

Según el equipo, este estudio representa un avance significativo en la terapia de ECP en fase inicial para diversos trastornos mentales, entre ellos la depresión grave, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de estrés postraumático, el trastorno por atracón y el trastorno por consumo de sustancias. Otros estudios de ECP han identificado biomarcadores cerebrales del dolor crónico, pero la utilización de datos cerebrales para tratar con éxito a los pacientes está aún en fase de desarrollo.