MADRID 1 Oct. (EUROPA PRESS) -
Cada día se producen alrededor de 22 novedades en torno a la tecnología, según las Sociedad Española de Electromedicina e Ingeniería Clínica (SEEIC) que denuncian que, pese a que estos avances mejorarían la atención sanitaria, la demanda del paciente no influye en su prescripción para su tratamiento o diagnóstico, ni en su adquisición por parte de un centro sanitario.
De hecho, según señala Jesús Lucinio Manzanares Pedroche, presidente de la SEEIC, "la compra de equipamiento electromédico se basa en dos motivos principales: por un lado, la reposición de equipos convencionales que están obsoletos, y por otro, razones políticas".
No obstante, afirma que "un paciente puede llegar a ejercer presión para recibir una segunda opinión médica, pero raramente presiona para que se le prescriba el uso de una determinada tecnología alternativa a la que se le ofrece".
Desde la SEEIC achacan dicho conformismo a la desinformación existente en este sentido. Así, y a pesar de que el paciente debería estar informado sobre el tipo de tecnología que se le va a aplicar y las diferentes opciones existentes, la información que se le ofrece actualmente es prácticamente nula.
"La falta de información en los hospitales es debida, principalmente, a la imposibilidad por parte del centro de ofrecer al paciente tecnología sanitaria alternativa, por resultar cara o no rentable, según los criterios de sostenibilidad de la sanidad pública", argumenta.
En este sentido, Manzanares pone de manifiesto que "muchas veces se dan a conocer tecnologías en fases experimentales, que no se llegarán a implantar hasta dentro de muchos años, y, en cambio, no se informa correctamente sobre tecnologías que sí están disponibles y han demostrado su eficacia y eficiencia en nuestro propio SNS".
EL PAPEL DE LOS SERVICIOS DE ELECTROMEDICINA
A la hora de adquirir nueva tecnología sanitaria, desde la SEEIC recuerdan la importancia de evaluar, desde el principio, el impacto de su producción, las formas de trabajo, los costes de utilización, la vida útil de los equipos y sus sistemas asociados, la retroalimentación de todo el sistema (es decir, aprender de los proveedores, de otros hospitales, etc.), y después, compartir los resultados.
Este es un rol que les correspondería a los servicios de Electromedicina e Ingeniería Clínica, que deberían tener un papel estratégico en el organigrama de los centros sanitarios con el fin de velar por la seguridad del paciente y del usuario asistencial.
"Sin embargo, la realidad es muy distinta al tratarse de un servicio inexistente en la mayoría de los centros", explica Francisco Javier Jimenez García, secretario general de la SEEIC, a la vez que se pregunta "cómo puede ser posible que la mayoría de las administraciones den la espalda al control del equipamiento electromédico".