MADRID, 14 Feb. (EUROPA PRESS) -
Las tasas de personas que necesitan diálisis han aumentado más del 40% desde 1990, pero el acceso a este tratamiento que salva vidas todavía es marcadamente desigual ya que los sistema de salud de muchos países no pueden afrontar la demanda, según un nuevo estudio científico publicado en la revista 'The Lancet'.
"La enfermedad renal crónica es un asesino global oculto a la vista", advierte el doctor Theo Vos, profesor de Ciencias de la Salud Métrica en el Instituto de Evaluación y Métrica de la Salud de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington.
"La evidencia es clara: los sistemas de salud de muchas naciones no pueden seguir el ritmo de la demanda de diálisis --añade--. Los casos superan con creces y están más allá de la capacidad de esos sistemas para manejar. Las consecuencias, literalmente, son mortales".
Además de las muertes resultantes de la insuficiencia orgánica en la enfermedad renal crónica, la función renal deteriorada también pone a las personas en mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
A nivel mundial, la enfermedad renal crónica provocó directamente en 1,23 millones de muertes en 2017, con 1,36 millones adicionales de muertes atribuibles a enfermedades cardiovasculares como resultado de la insuficiencia renal.
La enfermedad renal crónica fue la decimosegunda causa principal de muerte a nivel mundial en 2017, frente a la decimoséptima en 1990.
En 2017 se registraron 697,5 millones de casos de enfermedad renal crónica en 2017. Casi un tercio de esos pacientes vivían en dos países: China, con aproximadamente 132 millones de casos, e India, con aproximadamente 115 millones.
Además, otras 10 naciones (Estados Unidos, Indonesia, Rusia, Japón, Brasil, Pakistán, México, Nigeria, Bangladesh y Vietnam) tuvieron cada una más de 10 millones de casos en 2017. En total, 79 de los 195 países incluidos en el estudio excedió 1 millón de casos.
Esos casos y muertes en 2017 provocaron 7,3 millones de años con discapacidad y 28,5 millones de años perdidos, según el estudio. Hubo una diferencia de más de 15 veces en la carga de enfermedad renal crónica entre países: Samoa Americana, El Salvador, Estados Federados de Micronesia, Islas Marshall y Mauricio tuvieron las tasas más altas estimadas de años perdidos por problemas de salud (ajustados por discapacidad años de vida o AVAD) con más de 1.500 por 100.000 habitantes. En contraste, Andorra, Finlandia, Islandia y Eslovenia tuvieron la carga más baja con menos de 120 AVAD por cada 100.000 habitantes.
La causa principal de la enfermedad renal crónica varía, siendo la hipertensión y la diabetes las más comunes. El vínculo entre la enfermedad renal y otras enfermedades no transmisibles importantes resalta la importancia de la atención preventiva y la política de salud pública para limitar la progresión de la enfermedad renal crónica.
El VIH y la exposición a toxinas o metales pesados juegan un papel adicional en los países en desarrollo, mientras que en algunas partes del mundo la causa sigue siendo desconocida.
El estudio es parte del estudio anual Global Burden of Disease, el esfuerzo más grande e integral del mundo para cuantificar la pérdida de salud. La próxima edición del estudio se publicará en mayo en colaboración con la Organización Mundial de la Salud.