MADRID 11 Feb. (EDIZIONES) -
La vacunación, siempre que esté prescrita o aconsejada por un médico especialista, es conveniente. Pero lo es más en el caso de las personas inmunocomprometidas como herramienta preventiva, pues determina en gran medida la morbimortalidad de estos pacientes.
Según establece un documento consensuado entre la Sociedad Española de Infectología Pediátrica y el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) en 2011, en las últimas décadas del siglo XX, y en la primera del siglo XXI, estamos asistiendo a "un aumento sin precedentes" de niños y de adultos con alteraciones congénitas o adquiridas del sistema inmunitario, debido a la mayor supervivencia.
"Las inmunodeficiencias primarias generalmente son hereditarias e incluyen enfermedades en las que hay un déficit total o funcional de alguno de los componentes humorales y/o celulares que son responsables de la respuesta inmunitaria", explican.
Mientras, señala que las inmunodeficiencias secundarias suelen ser adquiridas y se definen como 'la pérdida total o funcional de los componentes celulares o humorales de la respuesta inmunitaria, que ocurre debido a enfermedades o a su tratamiento'. Ejemplos de éstas son la inmunodeficiencia adquirida por infección por el VIH, o las secundarias a agentes inmunosupresores (IS), o radioterapia utilizados en el tratamiento del cáncer, en pacientes trasplantados de médula ósea, precursores hematopoyéticos (TPH), o con trasplante de órganos sólidos (TOS).
En una entrevista con Infosalus, el presidente de la Asociación Española de Vacunología Amós García Rojas indica que es conveniente que las personas inmunocomprometidas se vacunen porque éstas son más susceptibles a la hora de contraer determinadas infecciones, cuando varias pueden ser prevenibles por vacunas. "Por ello lo razonable es la inmunización de las mismas", remarca.
El también jefe de sección de Epidemiología y Prevención del servicio de Epidemiología y Prevención
de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud subraya, eso sí, que hay una perspectiva individual que no conviene perder de vista.
"Hay que analizar e individualizar cada caso de persona inmunodeprimida. Pero son altamente recomendables, aparte de las vacunas incluidas en el calendario vacunal, la vacunación frente al neumococo y la gripe, contra la hepatitis A y B, o contra el herpes zoster en caso de ser susceptible a estas patologías. Incluso se puede valorar la vacunación contra el papiloma humano, fuera del contexto del calendario vacunal del adulto", precisa el experto.
Desde la AEP y la Sociedad Española de Infectología Pediátrica advierten en este sentido que es imprescindible, dada la heterogeneidad de la población inmunodeficiente, atender a sus características clínicas y a su variación a lo largo del tiempo, en función de la evolución de la enfermedad de base y de los tratamientos aplicados. "Es necesario ajustarse estrictamente a las recomendaciones específicas de cada vacuna para cada situación concreta", señalan.
Por otro lado, el presidente de la Asociación Española de Vacunología indica que hay que evitar en los pacientes inmunodeprimidos las vacunas con microorganismos vivos atenuados por el riesgo de replicación y por el desarrollo de enfermedad por las cepas vacunales.
"En las vacunas vivas atenuadas el virus está vivo aunque esté atenuado, por ello deben tener cuidado las personas inmunodeprimidas ya que pueden desarrollar la enfermedad, frente a la que intentamos protegerles con la vacuna. Sin embargo, una vez logrado el estado de inmunosupresión, gracias al tratamiento farmacológico, en una media de tres meses ya se pueden aplicar las vacunas de microorganismos vivos atenuados", añade.
Otra de las formas de ayudar a las personas inmunodeprimidas a evitar infecciones es la vacunación de sus convivientes, "sobre todo y máxime cuando al inmunodeprimido no se le puede vacunar", advierte el doctor Amós José García, y siempre que no existan contraindicaciones específicas. "Deben estar protegidos para actuar como colchón de protección frente al inmunodeprimido. Básicamente para crear una barrera defensiva alrededor de los inmunodeprimidos", indica.
Desde la AEP y la Sociedad Española de Infectología Pediátrica remarcan en estos casos que está indicado vacunar anualmente con la vacuna antigripal inactivada a todos los convivientes. "También se vacunará a los contactos familiares, si está indicado por edad y estado de susceptibilidad, con vacuna triple vírica, varicela y rotavirus", apostillan ambas sociedades científicas.
Finalmente, el presidente de la Asociación Española de Vacunología llama la atención sobre el hecho de que con el paso de los años y con el avance de los tratamientos van a surgir cada vez más pacientes inmunocomprometidos, como es el caso de los enfermos oncológicos, por ejemplo, cuya supervivencia se ha visto aumentada gracias a nuevos tratamientos que aumentan su inmunosupresión, así como en casos de enfermedades reumatológicas, personas trasplantadas.
"Uno de los elementos claves para los pacientes inmunodeprimidos es la vacuna porque presentan un mayor riesgo de sufrir infecciones graves y en ellos siempre las infecciones serán más graves que en una persona inmunocompetente. Por ello el papel de las vacunas en estas personas y sus convivientes es esencial", concluye el experto en vacunas.