MADRID, 16 Feb. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de Johns Hopkins Medicine (Estados Unidos) han creado un implante que mejora el equilibrio, movimiento y la calidad de vida de las personas con trastornos del oído interno, gracias a que evita eléctricamente las áreas que funcionan mal y restaura parcialmente la sensación de equilibrio.
Para mantener el equilibrio, el cerebro recibe y procesa datos de múltiples sistemas sensoriales, incluida la visión, la propiocepción (músculos y articulaciones) y la sensación vestibular de los oídos internos. Las personas con trastornos del oído interno tienen dificultades para mantener firmes los ojos, la cabeza y el cuerpo.
Además, en estos pacientes, los movimientos de la cabeza hacen que su visión salte y se vuelva borrosa, y caminar requiere un esfuerzo consciente. Obligados a lidiar con esta distracción mental, estas personas ven triplicado su riesgo de caídas y el estigma social porque caminan como alguien intoxicado.
La terapia actual se limita a ejercicios de rehabilitación vestibular, y los médicos suelen aconsejar evitar los medicamentos que dañan el oído interno (fármacos ototóxicos) o inhiben la función cerebral (sedantes), y que se mantengan alejados de las actividades que puedan ponerlos en peligro a ellos u otros, como conducir o nadar.
En el trabajo, los expertos utilizaron tecnología de ingeniería e investigación básica para modificar un implante coclear, un dispositivo que mejora la pérdida de audición estimulando eléctricamente el nervio coclear del oído interno, con el fin de activar, desde un sensor de movimiento en la cabeza del paciente, el nervio vestibular cercano en respuesta a las señales.
La intensidad y la sincronización del pulso eléctrico transmiten información sobre la velocidad y la dirección del movimiento de la cabeza del paciente que, a su vez, impulsa los reflejos de la cabeza y los ojos que ayudan a mantener una visión más clara durante el movimiento y reducen la necesidad de realizar un esfuerzo consciente para evitar caídas.
En su estudio, los investigadores evaluaron a ocho pacientes que recibieron el implante vestibular, evaluando los cambios en la estabilidad postural, la marcha, la audición y los resultados informados por los pacientes, incluidos los mareos y la calidad de vida.
Las evaluaciones se realizaron antes de la cirugía de implantación (la medida de referencia), a los seis meses y al año después. Las puntuaciones medias mejoraron para el grupo en cuatro de las cinco métricas de postura y marcha, así como en tres de los cuatro resultados informados por los pacientes.
Los ocho pacientes experimentaron alguna pérdida de audición en el oído implantado, cinco mantuvieron la audición en el oído implantado lo suficientemente bien como para usar un teléfono sin audífono, y tres experimentaron una mayor pérdida auditiva.