MADRID, 25 Ene. (EUROPA PRESS) -
El desprendimiento de retina es una patología grave que, de no tratarse correctamente puede conducir a la pérdida de visión, por ello es clave "una correcta indicación y ejecución quirúrgica", afirma el director médico del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO), el doctor Borja Corcóstegui, quien destaca el uso de la vitrectomía que permite salvar "ojos perdidos" y evita restricciones posquirúrgicas.
"Una correcta indicación y ejecución quirúrgica permite lograr un mejor resultado visual y reduce considerablemente la necesidad de reoperación por recurrencia, algo que afecta a cerca de la mitad de los pacientes", añade el experto.
La vitrectomía es un procedimiento quirúrgico que consiste en extraer el gel vítreo que rellena la cavidad ocular, se utiliza para tratar numerosas patologías retinianas como el desprendimiento de retina, la retinopatía diabética, los agujeros maculares, las membranas epirretinianas o algunos traumatismos oculares.
"En la actualidad, la cirugía vitreorretinana ha alcanzado un alto grado de sofisticación, haciendo posible acceder de forma muy segura al interior del ojo mediante pequeñas microincisiones de menos de 1 mm y logrando excelentes resultados", explica el director médico de IMO.
La vitrectomía se ha convertido en uno de los abordajes quirúrgicos más comunes en la oftalmología. Su desarrollo empezó en los años 70 y pronto se estandarizó el procedimiento mediante tres incisiones a través de la pars plana y la incorporación de instrumentos de calibre reducido. Numerosos avances fueron sucediéndose para perfeccionar la técnica aunque, como destaca el doctor Corcóstegui, probablemente los dos más relevantes fueron las lentes de campo amplio para lograr una mejor visualización de las estructuras del fondo del ojo y los perfluorocarbonos líquidos (PFCL).
Su desarrollo ha supuesto un avance en la cirugía ocular al permitir recuperar visión a pacientes hasta hace poco condenados a la ceguera. Este es el caso de Francisco Manuel Hernández, quien ya había pasado por varias cirugías antes de acudir a IMO. Según reconoce, "estaba desesperado y ya daba el ojo por perdido", con lo que tenía reparos a la hora de volver a pasar por quirófano debido a las malas experiencias previas.
"Las otras veces había padecido mucho dolor y el postoperatorio había sido muy duro, ya que estuve un mes y medio boca abajo sin apenas poder moverme", añade. Sin embargo, con las técnicas y los avances actuales, no es necesario que el paciente sufra y tenga que someterse a restricciones importantes después de la operación.