MADRID, 7 Dic. (EDIZIONES) -
El tiempo rige nuestro día a día. Mide nuestras rutinas, nuestras actividades, nuestra espera. Es capaz de aportarnos felicidad o sufrimiento. "Existe un tiempo que podríamos llamar objetivo, medible a través de relojes y calendarios; y otro interior, el subjetivo. A través de la comprensión y de una mejor gestión del tiempo interior podremos alcanzar un mayor grado de autonomía, y tal vez de aciertos, plenitud y felicidad".
Para los enfermos o candidatos a enfermo, también para muchos familiares, los tiempos de espera son tiempos de sufrimiento. "Un hombre enfermo es un hombre amenazado por el dolor, la soledad, la invalidez, el malestar y la muerte", en palabras de Pedro Laín, pensador ilustre español.
"Lo característico del sufrimiento es la percepción de amenaza. Sin embargo, el sufrimiento no es algo propio únicamente de los enfermos. Cualquier persona puede sentirse amenazada intensamente, no sólo al verse confrontada con un diagnóstico de cáncer o de Alzheimer, sino también con el ejercicio de su profesión, en el deporte, en la carretera, en el envejecimiento o en el desengaño amoroso, por ejemplo", subraya en 'El Reloj Emocional' (Plataforma Actual) el profesor emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona, Ramón Bayés.
En una entrevista con Infosalus, preguntado sobre por qué muchas veces en la enfermedad el tiempo es como una losa, o cada día es como un año, tal y como menciona en su libro, este experto en Psicología remarca que estar enfermo es sentirse amenazado por la invalidez (no podemos hacer cosas que hacíamos antes de enfermar), el malestar (nos sentimos con dolor, debilidad, cansancio, por ejemplo), el aislamiento (una soledad no deseada) y un posible miedo a posibles secuelas permanentes o incluso a la proximidad de la muerte. "Nuestra falta de control sobre el término de la situación incrementa la percepción de su duración", afirma.
Este alargamiento de los tiempos de espera también se puede producir cuando estamos pendientes de una cita, del resultado de un examen, de una entrevista de trabajo o de información sobre los supervivientes de un accidente de avión en el que viajaba un familiar. "Cuanto más importante sea lo que esperas y menor percepción de control tienes sobre el resultado, más largo se hace el tiempo", añade.
El también colegiado de honor por los Colegios oficiales de Psicología de Cataluña y de la Comunidad Valenciana defiende que hace pocos años, en una investigación multicéntrica realizada en 15 hospitales (13 españoles y 2 latinoamericanos), con cerca de 400 enfermos de cáncer y sida al final de su vida, se encontró con que el 85,5% de los que decían encontrarse 'regular', 'mal' o 'muy mal' manifestaban que el tiempo se les hacía 'largo' o 'muy largo'; mientras que el 76,6% de los que decían que en aquel momento se encontraban 'bien' o 'muy bien' señalaban que el tiempo se les hacía 'corto' o 'muy corto'.
"Al preguntarles el porqué no fue difícil establecer con sus respuestas que el tiempo subjetivo se percibe de mayor duración que el cronométrico en cualquiera de las siguientes condiciones señalaron que la situación presente es amenazadora, el estado de ánimo es ansioso o deprimido, se está a la espera de que ocurra algo que la persona considera de gran importancia para ella", agrega.
En el caso de que se deduzca que el contexto en el que la persona vive o ejerce su trabajo le resulta desagradable puede ser necesario plantearse cambios en el entorno o actividad que realiza ya que, probablemente, esa persona esté 'quemada' o se haya equivocado de pareja, empresa, carrera o profesión, alarma Bayés.
Además, el profesor emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona advierte de que en el ámbito sanitario muchas esperas son "aparentemente inútiles, incluso crueles" ya que, según argumenta, dimanan de protocolos establecidos para un hipotético caso medio, y a veces son inapropiadas y suelen comportar mucho sufrimiento. "Cada individuo es único y sus necesidades pueden ser diferentes de las que marca el protocolo", añade.
CONSEJOS PARA SOBRELLEVAR LA ESPERA EN LA ENFERMEDAD
A juicio de Bayés, para poder sobrellevar los tiempos de espera e incertidumbre en la enfermedad es importante conseguir la máxima información fiable posible y tratar de distraernos mientras ésta no llega (nuestro cerebro no puede pensar en dos cosas a la vez.)
"El instrumento mejor que tenemos para distraernos es pensar en otra cosa que consiga interesarnos o nos absorba. Si lo conseguimos, mientras lo hacemos, nuestra preocupación tendrá que salir del cerebro. Estrategias adecuadas pueden ser: entablar conversación con otra persona, telefonear a un amigo, hacer crucigramas, sudokus, juegos de ordenador, redactar un informe pendiente, entre otras", subraya el experto.