MADRID, 11 May. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Málaga (UMA) han visto que el grado de estimulación de los niños sordos que tienen un implante coclear es clave para la evolución de su desarrollo lingüístico en los dos o tres primeros años de vida.
Pasada esta edad, la plasticidad del cerebro y su capacidad para aprender se reduce de forma progresiva, de ahí que la deficiencia auditiva en esta primera etapa puede poner el peligro la adquisición de la lengua oral.
Sin embargo, los autores de este estudio que publica la revista 'Journal of Child Language' reveló que aunque el implante se coloque antes de los 24 meses el niño no siempre adquiere la lengua oral de forma óptima y, por ello, querían analizar qué factores pueden causar diferencias en el nivel de desarrollo.
Para el estudio, los investigadores contactaron con 14 familias provenientes de entornos socioculturales muy diferentes, cuyos niños tenían sordera profunda detectada en la mayor parte de los casos antes de los tres meses y que habían sido implantados entre los 12 y los 24 meses de edad. Los datos fueron recopilados durante cuatro años.
El análisis del desarrollo lingüístico se realizó mediante grabaciones de interacciones entre cada menor y un adulto (madre, padre o logopeda). Además, los padres rellenaron diversos cuestionarios sobre el desarrollo cognitivo y lingüístico de sus hijos y aportaron información sobre las medidas adoptadas para facilitar dicho desarrollo (horas de asistencia a logopedia y la posible participación de los padres en ella o el tiempo dedicado en casa a la estimulación del lenguaje, entre otros).
Estos datos fueron convertidos en medidas cuantitativas que, en su posterior lectura, indicarían el grado de estimulación externa de cada niño. De este modo, los resultados mostraron una relación significativa entre la edad de implantación y un tipo de error fonológico: el ratio de error en el punto de articulación (zona del tracto vocal en la que se origina el sonido).
Estos datos, según ha explicado Ignacio Moreno-Torres, uno de los autores, confirman la hipótesis planteada de que "la edad de implantación condiciona el desarrollo de las habilidades fonológicas debido a la corta longitud del periodo sensible de aprendizaje y a las limitaciones técnicas del implante".
LA EDAD DE IMPLANTACIÓN NO INFLUYE
Sin embargo, la edad de implantación no presentaba un grado de correlación significativa con otras medidas fonológicas ni con medidas lingüísticas más complejas del desarrollo léxico y gramatical.
Además, el análisis de datos sobre los factores externos mostró el patrón inverso, de modo que el grado en el que un niño estaba estimulado se relacionaba de forma significativa con todas las medidas lingüísticas complejas, léxicas y morfosintácticas, pero no con los errores en el lugar de articulación.
El hecho de que la edad de implantación correlacione con medidas fonológicas sugiere que, en efecto, la reducción de plasticidad producida en los dos primeros años de vida dificulta el desarrollo lingüístico.
Dado que esta relación no se observa con medidas generales del desarrollo lingüístico, parece que su impacto es limitado. Por otra parte, la investigación sugiere que el periodo sensible para desarrollar las habilidades de alto nivel (como la morfosintaxis) podría ser más largo que para las habilidades de más bajo nivel (como la articulación).
LIMITACIONES TÉCNICAS DEL IMPLANTE
Además, que el entorno tenga un impacto tan acusado podría estar relacionado, según los investigadores, con las limitaciones técnicas del implante. Por ello, aunque sea un dispositivo muy sofisticado y claramente beneficioso, no logra emular al oído en términos de cantidad y calidad de sonido.
De esta manera, los niños con implante coclear tienen acusadas dificultades para percibir el habla en contextos ruidosos (como un aula escolar), y les haría aprendices menos autónomos y más dependientes del entorno, lo que explicaría los resultados del estudio.
La investigación abre la puerta a futuros estudios para analizar qué estrategias pueden ser más efectivas para compensar las limitaciones explicadas, así como para evitar los efectos cascada en el desarrollo del lenguaje.