MADRID, 31 Ene. (EDIZIONES) -
Según advierte la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), en el periodo de la vida en la que el niño asiste a la guardería o a la escuela infantil suceden el mayor número de procesos infecciosos y, de forma especial, durante el primer año de su incorporación.
"Las infecciones forman parte del desarrollo normal del niño. Permiten que se activen sus defensas y mejore a la larga su sistema inmunitario. La mayoría de estos procesos son banales y producidos por virus. Suele tratarse de infecciones respiratorias (catarros, otitis, dolores de garganta y bronquitis) o diarrea", destaca.
Mientras, la Asociación Española de Pediatría (AEP) sostiene que son frecuentes a su vez las enfermedades que producen vómitos, las infecciones de la piel y las conjuntivitis, así como muchas que dan fiebre.
Es más, resalta que la mayor parte de los bebés en las guarderías tienen de 8 a 12 resfriados al año, que son "algunos más" de los que tendrían si fueran cuidados exclusivamente en el hogar. "Después del primer año que un niño asiste a una guardería, la cantidad de enfermedades respiratorias disminuye. Esta situación puede considerarse como una etapa más o menos inevitable que habrá que pasar y que un niño normal superará sin grandes problemas", asegura.
Otro apunte que aporta en una entrevista con Infosalus, la doctora Paz González, editora de la web de la AEP 'EnFamilia', es que cuando el niño va a la guardería, además de los posibles beneficios de esta nueva situación para el más mayorcito (socialización, adaptación a normas, aprender a compartir, entre otros aspectos), hay una consecuencia fundamental desde el punto de vista de la salud, que es la exposición más temprana e intensa a los agentes infecciosos y que, casi inevitablemente, se traduce en repetidos episodios de infecciones sobre todo respiratorias y gastrointestinales.
En este sentido, desde la AEPAP reconoce que es difícil controlar su contagio, ya que algunas de estas infecciones se transmiten di*as antes de dar los primeros síntomas, en el periodo de incubación. "A esto añadimos la frecuencia con la que los niños interactúan entre ellos, comparten los juguetes, el chupete, los balones, o los cuentos, por ejemplo, y presentan secreciones (mocos, saliva, baba)", agrega.
"Cuando un niño está enfermo necesita descanso. Es preferible que se quede en casa mientras dure la enfermedad, jugando tranquilamente, leyendo cuentos y realizando la actividad que desee. Puede que no duerma bien por la noche y que prefiera dormir durante cortos periodos de tiempo durante el día, coincidiendo con los momentos en que esté cansado y no se encuentre bien", afirma la doctora González.
Aunque recuerda que muchas veces aunque no vayan a la guardería, si tienen un hermano pequeño que vaya a la guardería o al colegio también tendrán más infecciones que un niño que no tiene hermanos.
Por ello, ve recomendable que cuando estén enfermos eviten ir a la guardería y que se queden en casa en las siguientes circunstancias:
1. Cuando lo aconseje el sentido común de los padres.
2. En los casos en los que el niño precise de un tipo de cuidados que no puedan ofrecerse en la guardería, o quede incapacitado para participar aceptablemente en las actividades normales del centro.
3. Si tiene síntomas de afectación de su estado general, como fiebre, dificultad respiratoria, o irritabilidad, por ejemplo, o bien síntomas poco definidos y potencialmente peligrosos, como por ejemplo, vómitos sin una causa que lo explique.
4. Cuando el niño tenga una enfermedad que puede afectar a los demás.
5. En enfermedades como catarros, gripe, los niños pueden ir a la guardería cuando se encuentren bien y sin fiebre. Algunas enfermedades como el megaloeritema, el exantema súbito, o lesiones en la boca, puede acudir si se encuentra bien. En el caso de gastroenteritis y de vómitos, cuando hayan pasado 48 horas desde la ultima deposición liquida o el ultimo vómito.
Desde la AEP añaden que conviene seguir las recomendaciones de los profesionales sanitarios hasta la recuperación y, en cualquier caso, permanecer en casa al menos hasta 24 horas después de que la fiebre haya desaparecido.
"Cada niño puede tener necesidades diferentes. Algunos prefieren estar en la cama y otros en el sofá o moviéndose por la casa. Es recomendable que la habitación no esté muy caliente, abrir las ventanas para ventilar y mantener una higiene adecuada", agrega.
Igualmente, aconseja que en los primeros días es posible que no quiera comer, por lo que recomienda a los padres el no empeñarse en que tomen alimentos, ya que, de forma progresiva, suelen recuperar el apetito. "Conviene que beba líquidos para que esté hidratado (agua, zumos, caldos, infusiones). Cuando tenga apetito, se le pueden ofrecer pequeñas porciones de alimentos y líquidos nutritivos, como la leche", sentencia la Asociación Española de Pediatría.