MADRID, 3 Dic. (EDIZIONES) -
La ceguera de la nieve, también conocida queratitis solar o fotoqueratitis, es una de las lesiones oculares más frecuentes ya que basta con estar dos horas expuesto a la luz solar en la nieve, sin usar protección, para sufrir esta lesión.
Y es que, tal y como ha advertido la oftalmóloga experta en retina del Servicio de Oftalmología del Hospital La Milagrosa de Madrid, María Capote, la nieve refleja la luz solar hasta 4 veces más que el agua y, además, la proporción de radiaciones ultravioletas aumenta un 10 por ciento cada 1.000 metros de altitud.
Asimismo, la experta ha avisado de que la radiación solar es acumulativa, por lo que esta exposición prolongada conlleva un envejecimiento prematuro de los párpados y la conjuntiva, y puede acelerar la formación de cataratas, e incluso puede producir lesiones en la retina, como la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).
Los síntomas de la ceguera de la nieve suelen aparecer a las 6 o 12 horas después de la exposición, en los dos ojos y son más intensos cuánto mayor tiempo se haya estado expuestos a la luz ultravioleta. Estos signos se caracterizan por dolor intenso, sensación de tener arenilla, ojos rojos, lagrimeo, sensibilidad a la luz y disminución de agudeza visual.
¿CÓMO ESCOGER UNAS GAFAS ADECUADAS?
La mejor forma de evitar la fotoqueratitis es la protección solar con las gafas adecuadas, las cuales se deben llevar durante todo el tiempo en el que se esté expuesto en la nieve a la luz solar, aunque esté nublado.
En este sentido, el optometrista del Hospital La Milagrosa, Ivan Gonzalo, ha comentado que el color del lente de la gafa no representa el filtro UV adecuado y que una lente con cristal oscuro no homologado favorece la dilatación de la pupila y que penetren más rayos ultravioleta, aumentando así el riesgo de lesiones oculares.
Por ello, las gafas para esquiar o para deportes de nieve deben ser homologadas, que cumplan con las normas ISO y exhiban la marca CE; con filtro de grado 4; polarizadas para reducir los reflejos; lo más cerradas posibles para evitar molestias con los reflejos laterales; y con un material resistente y diseño adecuado para ofrecer protección física contra traumatismos fortuitos.
Pero una vez presentados los primeros síntomas es el oftalmólogo quien prescribirá lágrimas artificiales, en ocasiones puede añadir algún colirio con antinflamatorio o corticoide, y analgesia oral para el dolor. En 48 o 72 horas con el tratamiento adecuado los síntomas mejoran y las lesiones corneales desaparecen.