MADRID, 5 May. (EUROPA PRESS) -
Cada año se diagnostican en España unos 21.000 nuevos casos de cáncer de vejiga, un tumor que provoca anualmente 5.000 muertes y que se considera el quinto de mayor incidencia, según ha resaltado la presidenta del Grupo Español de Oncología Genitourinaria (SOGUG), Aránzazu González del Alba, con motivo del Día Mundial de esta enfermedad, que se celebra este viernes 5 de mayo.
Se trata de un cáncer que aumenta su incidencia con la edad, situándose en los 69 años la edad media de los pacientes, y que es hasta cuatro veces más frecuente en los hombres que en las mujeres. Sin embargo, y a pesar su elevada prevalencia, el tumor de vejiga sigue siendo un gran desconocido por parte de la sociedad.
"No es muy conocido socialmente, posiblemente por no tener una repercusión mediática como la que tiene el cáncer de mama. Además, también puede influir que su diagnóstico suele ser en etapas precoces y curables en su mayoría", ha explicado el vocal de Comunicación de SOGUG y médico adjunto de Oncología Médica en el Hospital de Cabueñes, en Gijón, Ignacio Peláez.
A esto se suma el hecho de que los síntomas son similares a los de una infección urinaria: necesidad de orinar más frecuentemente, con molestias y menos cantidad, y hematuria (sangre en la orina). En el caso de las mujeres, debido a su alta predisposición a padecer infecciones de orina, no se suele sospechar que la sintomatología urinaria con sangrado persistente puede ser un cáncer de vejiga.
Tampoco se suele conocer que este tumor está muy relacionado con el tabaquismo, como así lo avisan desde SOGUG. Precisamente, el tabaco contiene más de 50 carcinógenos que, al contactar con la mucosa de la vejiga del fumador durante su eliminación por la orina, incrementan el riesgo de desarrollar este tumor.
"El riesgo es mayor cuanto más tiempo se haya fumado y cuantos más cigarrillos se hayan consumido", ha apostillado la doctora González del Alba.
Asimismo, existen carcinógenos industriales como los tintes, pinturas, caucho, metales y algunos plásticos que contienen sustancias químicas que pueden generar un mayor riesgo de cáncer de vejiga. Se calcula que un 20 por ciento de estos tumores pueden estar relacionados con la exposición a carcinógenos químicos en el ámbito laboral.
EFICACIA DE LA INMUNOTERAPIA
Respecto al tratamiento, la presidenta de SOGUG ha destacado la eficacia de la inmunoterapia en los pacientes con cáncer de vejiga y metástasis porque está logrando que, en los casos en los que se consigue una buena respuesta, se pueden alcanzar largas supervivencias.
"En la enfermedad avanzada, después de un tratamiento con quimioterapia clásica, ya está aprobado administrar inmunoterapia en cáncer de vejiga y se están obteniendo resultados muy buenos. Disponemos de estudios que demuestran que a los cinco años alrededor del 40 por ciento de los pacientes con metástasis tratados con inmunoterapia permanecen vivos, algo impensable en la era previa a la inmunoterapia", ha argumentado la doctora.
Asimismo, se han identificado diversas dianas moleculares que han permitido el desarrollo de nuevos tratamientos y ya es posible mejorar la expectativa y calidad de vida de los pacientes. Estos avances han sido gracias a la investigación que en los últimos años se está llevando a cabo y en la que la oncología española juega un papel "fundamental", dice la doctora.
De hecho, SOGUG cuenta actualmente con seis estudios propios en marcha en los que se está evaluando la posibilidad de utilizar la inmunoterapia sola o en combinación con quimioterapia o nuevos fármacos en diferentes escenarios clínicos.
Las principales líneas de investigación van encaminadas a mejorar el tratamiento perioperatorio para optimizar los resultados de la cirugía y las estrategias para poder preservar la vejiga, y, por otro lado, aumentar la supervivencia y calidad de vida de los pacientes con enfermedad avanzada.
Finalmente, el doctor Peláez ha insistido en la necesidad de aumentar la concienciación social sobre este cáncer, haciendo especial hincapié en su relación con el tabaco; aumentar el conocimiento biológico de la enfermedad para descubrir biomarcadores que orienten hacia un tratamiento más selectivo de la enfermedad; evitar en la medida de lo posible la realización de cistectomías; y mejorar los tratamientos disponibles como la quimioterapia, inmunoterapia y las terapias diana.