MADRID 10 Mar. (EUROPA PRESS) -
Las clínicas de reproducción asistida buscan nuevos donantes de semen que no sobrepasen los 35 años, cuyas muestras de semen tengan una concentración aproximada de entre 60 y 70 millones de espermatozoides, y que mantengan buenos parámetros de movilidad y morfología, según explicó hoy la responsable del Laboratorio de Andrología de la Unidad de Reproducción Asistida Quirón Bilbao, la doctora Carmen Anarte.
Estos requisitos se han convertido en indispensables, tal y como señala la experta, debido a que "el descenso de la calidad del semen pone en riesgo la figura del donante de semen". Según muestra un estudio publicado en la revista 'British Medical Journal' indica que la cantidad media de espermatozoides masculinos ha descendido un 45 por ciento en cincuenta años.
Este dato se puede constatar en los parámetros de la OMS que a mediados de los años ochenta consideraba "normal" una concentración de cien millones de espermatozoides por milímetro, mientras hoy día se sitúa en veinte millones.
En cuanto a la situación del donante de semen, advierten de que además hay que tener en cuenta que "no todas las muestras de semen son capaces de soportar de idéntica manera la descongelación, así que sólo un porcentaje muy bajo de los varones que aspiran a ser donantes llegan a ser aceptados".
"Tras el análisis de la muestra de semen, el donante deberá realizarse un amplio estudio analítico, donde es importante descartar posibles enfermedades genéticas, hereditarias o congénitas transmisibles", advirtió Anarte.
Así, el donante no debe padecer trastornos genéticos hereditarios, ni enfermedades como el asma, la diabetes, la epilepsia o la hipertensión arterial entre otras; de igual modo ha de ser seronegativo para la hepatitis B y C, sífilis, herpes, VIH y el citomegalovirus; y no ser portador de Fibrosis Quística, así como los cultivos de orina y semen negativos.
La utilización de semen de donante está indicada como tratamiento de infertilidad en parejas heterosexuales con una baja calidad seminal o con ausencia de espermatozoides, así como en pacientes con enfermedades hereditarias o alteraciones cromosómicas graves, con riesgo elevado de transmitirlas a la descendencia o en los casos de mujeres sin pareja.