Así es Printeria, la impresora valenciana de ADN que ha ganado la Champions League de la biología sintética

Los estudiantes del equipo iGEM de la UPV muestran Printeria
EUROPA PRESS
Actualizado: martes, 6 noviembre 2018 14:02


VALÈNCIA, 6 Nov. (EUROPA PRESS) -

Printeria, la 'impresora' de ADN desarrollada por un equipo multidisciplinar de estudiantes de la Universitat Politècnica de València (UPV) y que arrasó en la última edición del concurso internacional iGEM, es un "laboratorio en miniatura" que transforma las propiedades de una bacteria y "democratiza el acceso a la biotecnología sintética". Este dispositivo de tamaño reducido permite que cualquier persona, sin conocimientos previos y de forma segura, puede "generar sus propios circuitos genéticos a bajo coste y desde casa": desde pinturas aplicadas al bioarte hasta fabricar insulina.

Así lo han explicado este martes los alumnos que han gestado Printeria, un proyecto que el pasado octubre les alzó ganadores "absolutos" del concurso iGEM 2018, el certamen de biología sintética más importante del mundo celebrado en Boston, donde consiguieron el primer premio y cinco galardones especiales.

Encabezados por el estudiante Roger Monfort, estos diez alumnos de diferentes disciplinas de la UPV han mostrado su invento en una rueda de prensa junto al rector de la institución académica, Francisco Mora.

Monfort ha detallado que Printeria es un dispositivo "bastante pequeño" con un mecanismo y tamaño similar al de una impresora corriente, ya que cuenta con un sistema de entrada, una zona de reacción "donde tiene lugar la magia de la biología" y una bandeja salida, que alumbra las bacterias, modificadas genéticamente según la necesidad e interés del usuario.

"SE PUEDE IMAGINAR CUALQUIER COSA"

El proceso, controlado por un software, dura aproximadamente tres horas, el tiempo necesario para completar el ciclo biólogico. Las posibilidades que supone aún están por definir, pero Monfort ha avanzado que "se puede imaginar cualquier cosa".

Por ejemplo, el equipo de la UPV eligió el bioarte y las bacterias de colores para competir y vencer a los estudiantes de universidades como Harvard, Yale, Oxford, MIT o Cambridge. Otra posibilidad sería que "una persona se comprara Printeria y se hiciese insulina". "Hay muchas aplicaciones futuras, médicas o industriales", ha señalado el líder del grupo, antes de matizar que algunos de estos usos son "muy a largo plazo".

INSTITUTOS, LABORATORIOS O BIOARTISTAS

Sobre sus posibilidades comerciales, ha precisado que el equipo ha detectado tres potenciales usuarios. Por un lado, está su aplicación educativa en institutos que "no se pueden permitir laboratorios", y que por menos dinero pueden disponer con Printeria de un "laboratorio en miniatura".

Del mismo modo, otro de los beneficiarios serían los laboratorios de investigación, que "pueden ahorrarse mucho tiempo y costes" gracias a este dispositivo, ya que además salvan la posibilidad del "error humano", ha asegurado. En tercer lugar, se ha referido a los bioartistas, que "sin conocimientos biotecnológicos" pueden crear sus pinturas, su propio "'Printone'", ha señalado en referencia al 'Pantone' cromático.

En cuando a la salud, Monfort ha reconocido que se trata de un "tema escabroso" por las leyes que regulan este ámbito, pero a un "muy largo plazo", la tecnología de Printeria permitiría, por ejemplo, la creación de "bacterias que se adaptasen a la flora de una persona para reconstruirla".

Por todo lo anterior, desde el equipo de la UPV han destacado que Printeria nace con la vocación de "democratizar el acceso a la biología sintética" y facilitarlo a la "gente que no tiene los medios de generar sus propios circuitos genéticos, que puedan hacerlo a bajo coste y en sus casas".

De momento, Printeria es solo un prototipo y "no se puede comercializar aún", ha apuntado Roger Monfort, que ha avanzado que el equipo trabajará para "hacer algo mucho mejor que se pueda comercializar". "Ya hemos identificado los errores y pediremos ayuda a la UPV para montar una empresa", ha añadido.

LA VICTORIA EN EL IGEM: "NO LO CREÍAMOS"

Los miembros del equipo iGEM UPV han también relatado su paso por el certamen y cómo vivieron la victoria. Tras cinco meses de desarrollo del prototipo, acudieron a Boston para exponer el invento ante a seis jueces que determinaron los tres finalistas de su categoría. Entre ellos, el grupo de Printeria. "No nos lo creíamos", ha manifestado una de sus miembros.

Tras clasificarse, llegó el momento de presentar el prototipo para los cerca de 3.000 asistentes a la competición, una intervención que les valió el primer premio y otros cinco reconocimientos. "Íbamos con expectativas, conscientes de que nuestro producto era potente, pero no esperábamos tantos premios. Hemos demostrado que sin sponsors y trabajando se pueden lograr grandes cosas", ha destacado.

"NECESITAMOS MÁS APOYOS"

Precisamente, sobre este patrocinio de empresas, los estudiantes de la UPV han destacado las "diferencias" que notaron al competir en el certamen contra !equipos del norte de Europa y Estados Unidos, con más sponsors, desde institutos, universidades hasta empresas".

"Nosotros teníamos menos", ha lamentado, antes de reivindicar que se necesitan "muchos más apoyos", en su caso y para los jóvenes científicos en general. "Tenemos la materia prima necesaria para hacer grandes cosas, pero necesitamos muchos más apoyos", han insistido.

En esta línea, el rector de la UPV, Francisco Mora, ha denunciado que "el tejido productivo no está absorbiendo en ciertas disciplinas todo el talento que surge". "Podemos ser un país en la vanguardia de la ciencia y de la tecnología, pero se debe apoyar a los jóvenes". Así, ha resaltado que el iGEM "es una Champions League y los estudiantes han competido con equipos con mucho más presupuesto". "Ojalá, el año que viene, los que vengan por detrás lo tengan más fácil", ha agregado.

Se trata, ha defendido, de un "tema de todos", empresas privadas, administraciones y universidades. Por ello, ha hecho un llamamiento a la inversión privada y ha puesto el foco en que, "aunque es muy positivo que los estudiantes se vayan fuera un tiempo, el drama es que no pueden volver". "Necesitamos un tejido productivo, si no lo pasaremos mal como país", ha advertido.