MADRID, 26 Jun. (EUROPA PRESS) -
Dos revisiones de estudios internacionales publicadas en la red Cochrane han constatado que los cambios en la alimentación, la actividad física y la conducta pueden ser eficaces a la hora de reducir la obesidad y el sobrepeso en niños y adolescentes.
En concreto, incluyeron datos de un total de 114 estudios que incluyeron a más de 13.000 niños y adolescentes de 6 a 11 años, y son las dos últimas revisiones de una serie de seis que cubre intervenciones como cirugía, farmacoterapia, intervenciones dirigidas únicamente a los padres e intervenciones para niños en edad preescolar.
La obesidad en la infancia y la adolescencia es una de las preocupaciones principales en salud pública mundial, y el rápido aumento de peso de niños ha crecido y tiene consecuencias considerables físicas y mentales como la diabetes, la hipertensión, el asma, los trastornos del sueño y la baja autoestima. Además, la obesidad infantil puede persistir hasta la edad adulta y aumentar el riesgo de mala salud.
La mayoría de estudios --realizados en Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Malasia-- compararon las intervenciones de cambios del comportamiento con ningún tratamiento o atención habitual.
La calidad de las pruebas fue baja pero sugiere que, en comparación con ningún tratamiento o atención habitual, es probable que las intervenciones que incorporaron combinaciones de dieta, actividad física y cambios de comportamiento tengan un efecto pequeño a corto plazo en la reducción del peso y el índice de masa corporal-puntuación Z (una medida indirecta de la grasa corporal basada en el peso en relación con la altura, el sexo y la edad).
Los investigadores tienen menos conocimientos acerca de los efectos de la dieta, la actividad física y los cambios de comportamiento sobre la autoestima y la calidad de vida, debido a que pocos ensayos estudiaron estas variables de valoración.
BAJA INCIDENCIA DE EFECTOS SECUNDARIOS
Además, hubo una muy baja incidencia de efectos secundarios, solo detectados en pequeña cantidad en dos trabajos y que se consideraron que no tenían relación con el estudio.
La revisión de los adolescentes halló 44 estudios completados que incluyen a casi 5.000 jóvenes de 12 a 17 años con sobrepeso u obesidad. Todavía están en curso 50 estudios más que no han informado sus resultados.
La mayoría de los estudios evaluaron los efectos combinados de dieta, actividad física e intervenciones de cambios de comportamiento, pero hubo variaciones en el contenido y la duración de las intervenciones y su prestación, y en los comparadores utilizados.
Hubo pruebas de calidad moderada de que las combinaciones de dieta, actividad física y cambios de comportamiento reducen el índice de masa corporal un poco más de 1 kg/m2. Estos efectos se mantuvieron en ensayos a más largo plazo que duraron hasta dos años.
SIN EVIDENCIAS "SÓLIDAS" DE UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA
Los hallazgos de esta revisión también sugieren una moderada mejora de la calidad de vida, pero no se hallaron pruebas "sólidas" de una ventaja o inconveniente para mejorar la autoestima del adolescente, su actividad física ni su ingesta alimenticia.
Los resultados de los estudios varían en ambas revisiones y los autores analizaron las posibles razones. Sin embargo, no pudieron explicar de forma firme la variación de los resultados de los estudios.
No pudieron hallar diferencias en los resultados al observar diferentes tipos de intervención, el contexto de la intervención, o si los padres estaban implicados o no en las intervenciones. Ambas revisiones destacan la necesidad de más estudios para explorar la variación entre resultados en profundidad.
"Estas revisiones son importantes porque proporcionan las pruebas más actualizadas para mostrar que las intervenciones de cambio conductual pueden ayudar a tratar a niños con sobrepeso u obesidad", según ha destacado Emma Mead, investigadora de la Universidad de Teesside (Reino Unido) que dirigió la revisión infantil.
Sin embargo, ha admitido que necesitan trabajar más para comprender cómo se pueden mantener los efectos positivos de la intervención una vez ha terminado, y comprender qué intervenciones funcionan mejor en países de ingresos bajos y en familias de diferentes contextos sociodemográficos.