MADRID, 13 Sep. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo análisis científico de casi 4.000 mutaciones diseñadas deliberadamente en el gen BRCA1 beneficiará de inmediato a las personas sometidas a pruebas genéticas para el riesgo de cáncer de mama o de ovario. El estudio se publica en la edición de este miércoles de la revista científica 'Nature' y se han puesto 'online' datos adicionales de la investigación.
Jay Shendure y Lea Starita, profesores del Departamento de Ciencias Genómicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (UW), en Estados Unidos, son los autores principales. Shendure dirige el Instituto Brotman Baty de Medicina de Precisión en Seattle, Estados Unidos, que ayudó a financiar el estudio. Starita codirige el Laboratorio de Tecnología Avanzada Brotman Baty. Shendure es también investigador del Instituto Médico Howard Hughes, Estados Unidos.
Greg Findlay, estudiante en el Programa de Entrenamiento Médico-Científico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, dirigió el estudio. El gen BRCA1 suprime los tumores, pero los mecanismos exactos mediante los cuales lo hace no se comprenden completamente. Se sabe que ciertas mutaciones en el gen predisponen a las mujeres a cánceres de mama y de ovario. Si una mujer sana se somete a pruebas genéticas y se encuentra una mutación que predispone al cáncer, la cirugía o la detección más frecuente pueden reducir en gran medida el riesgo de contraer ese tipo de cáncer.
Sin embargo, muchas mujeres que se someten a exámenes genéticos para detectar cáncer de mama y ovario descubren que su gen BRCA1 contiene una variante de significado incierto. Es decir, una mutación que actualmente no se sabe que cause cáncer, pero que teóricamente podría hacerlo. BRCA1 es un gen excepcionalmente bien estudiado, pero actualmente miles de mutaciones entran en esta categoría. Sus implicaciones para el riesgo de cáncer se desconocen.
"Por ejemplo --cuenta Shendure--, podría secuenciar el gen BRCA1 en una mujer y observar que tiene una mutación, pero no sé si esa mutación realmente conducirá a un mayor riesgo de cáncer de mama o si será perfectamente inofensivo". Estas variantes de significado incierto, escribieron los científicos en su informe, limitan fundamentalmente la utilidad clínica de la información genética de un paciente.
Hay una preocupación, según Findlay, de que las mujeres que albergan variantes que de hecho conducen al cáncer no se identifiquen durante las pruebas genéticas y, por lo tanto, no se les presentan opciones que les permitan evitar el cáncer de mama o detectarlo en sus etapas más tratables.
HACIA LA MEDICINA DE PRECISIÓN
El gen BRCA1 ha sido secuenciado en millones de mujeres en Estados Unidos durante la última década. La idea de que las mutaciones en un gen podrían explicar algunos casos de cáncer de mama, así como el mapeo de la ubicación del gen BRCA1 en el cromosoma 17, fue propuesta en 1990 por la genetista y epidemióloga Mary-Clare King. Después de revisar los patrones de herencia del cáncer de mama en familias, King se unió a la Facultad de Medicina de UW en 1995.
"Con frecuencia las mujeres se someten a pruebas de detección de mutaciones BRCA1 porque tienen antecedentes familiares de cáncer de mama o de ovario --resalta Starita--. Que les digan que tienen una variante genética en este gen que predispone al cáncer, pero que el médico no sepa qué significa, no reduce su estrés o su ansiedad".
"El desafío con las pruebas BRCA1, y con las pruebas genéticas en general, es que a pesar de que el costo de la secuenciación del genoma se ha desplomado, seguimos teniendo problemas para interpretar lo que significa esa información", reconoce Shendure.
"La premisa de la medicina de precisión que hemos estado prometiendo durante 10 o 15 años ahora es que secuenciaremos los genomas de los ciudadanos comunes, y esa información mejorará sus resultados de salud. Esperamos que este nuevo estudio nos acerque un paso más a cumpliendo con esa promesa", añade.
Para ayudar a los médicos y pacientes a obtener una mejor información sobre las variantes genéticas, Findlay desarrolló un enfoque de investigación llamado "edición del genoma de saturación". Este método se basa en CRISPR, una herramienta enzimática que corta cadenas de ADN para modificar su secuencia. Con él, hicieron miles de revisiones minúsculas en el gen BRCA1, incluso cambios que aún no se han visto en un ser humano. Luego, los científicos midieron los efectos de cada mutación para ver cuáles causaban problemas en las células humanas que crecían en un plato.
"Poder descomponerla a nivel de pares de bases únicas de ADN fue muy emocionante --según los investigadores--. Descubrimos que se pueden estudiar los cambios en el gen BRCA1 en el laboratorio y reflejan con sorprendente exactitud lo que sucede en una persona con esa variante".