MADRID, 6 Nov. (EUROPA PRESS) -
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ha revisado la atención alergológica centrada en el paciente , dentro del Congreso de su sociedad que está celebrando estos días, donde los expertos han destacado el uso de los nuevos tratamientos inmunomoduladores en el control de las enfermedades alérgicas, las cuales constituyen un problema de salud pública a nivel mundial.
Concretamente, en España, una de cada cuatro personas padece algún tipo de trastorno alérgico. Aunque por lo general la mayoría de los pacientes responden al tratamiento habitual, otros necesitan una alternativa para controlar su enfermedad. En estos casos, los expertos recurren a los medicamentos inmunomoduladores - que se clasifican en distintos grupos: citostáticos, bloqueantes de las inmunofilinas, citocinas, antagonistas, anticuerpos, vacunas y corticoides - y cuyo objetivo principal es tratar de modificar diversas funciones del sistema inmunitario.
Se utilizan en algunas enfermedades alérgicas, a pesar de no formar parte de las primeras líneas de tratamiento. Suele optarse a ellos como fármacos de segunda opción, en patologías de base alérgica que no se controlan con el tratamiento habitual, o incluso, como medicación que sirva para disminuir las dosis de corticoides administradas.
La inmunoterapia con alérgenos es un tratamiento eficaz y seguro, en los casos de rinitis y asma, y esta experiencia se ha trasladado a otras enfermedades alérgicas. Concretamente, han destacado desde la sociedad, en los pacientes alérgicos a los alimentos, se ha demostrado la eficacia y la seguridad del tratamiento con inmunoterapia oral.
"Esto permite a los alérgicos a la leche, huevo, cacahuete o melocotón, mantener el consumo continuado de estas sustancias sin experimentar reacciones graves. Estas terapias, que se realizan tanto en pacientes adultos como en niños, se realizan mediante inmunoterapia, con extractos comerciales como el melocotón y el cacahuete", afirman.
Asimismo, continúan señalando que es importante resaltar que existe un perfil particular de pacientes alérgicos a ciertas proteínas vegetales, concretamente a la proteína trasportadora de lípidos (LTP, por sus siglas en inglés), que se encuentra en una gran cantidad de alimentos vegetales, desde frutas como el melocotón, la ciruela o la manzana, como en frutos secos; cachuetes y avellanas.
"Se trata de un verdadero desafío para el médico y para el paciente establecer unas dietas para la evitación del consumo de aquellos alimentos que contienen estas proteínas. El balance entre la seguridad/calidad de vida/dieta variada se traduce en una dieta más o menos restrictiva: evitar comer cualquier alimento que lleve LTP o evitar solo aquellos que no sean cien por cien seguros", advierten.
FÁRMACOS BIOLÓGICOS Y ASMA
El asma afecta a un 5 por ciento de la población adulta española y hasta un 10 por ciento de la población infantil. Dentro del asma, la grave supone entre el 5 y el 10 por ciento de los pacientes y conlleva mayor mortalidad que el asma leve o moderada, además de que su tratamiento origina costes muy superiores al tratamiento de formas menos graves. Un porcentaje de pacientes con asma grave no están controlados, lo que conlleva una notable afectación de la calidad de vida de los pacientes.
Sin embargo, explican que para muchos pacientes con enfermedad respiratoria grave, un tratamiento basado en el fenotipo no siempre es suficiente para obtener un control óptimo. La presencia de casos con enfermedades crónicas graves de las vías aéreas, cuyos síntomas no se controlan adecuadamente a pesar de tratamiento ajustado a las pautas internacionales validadas, han impuesto la necesidad de una investigación exhaustiva sobre los mecanismos fisiopatológicos subyacentes.
En este sentido, "el desarrollo de endotipos de asma, basados en patrones inflamatorios, ha conseguido una mejor descripción de los mecanismos de la enfermedad y la aplicación de tratamientos basados en nuevos productos biológicos específicos y personalizados", explica el doctor Julio Delgado, alergólogo del Hospital Universitario Virgen Macarena.
En las últimas dos décadas, se ha realizado un notable esfuerzo de investigación básica y clínica, que ha culminado en la aprobación de un total de cinco biológicos para el tratamiento del asma grave. Estas terapias han supuesto una revolución en el tratamiento de esta patología.
Sin embargo, explica el doctor Ignacio Dávila, alergólogo del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, "su introducción ha planteado dos problemas: cómo seleccionar a los pacientes respondedores, y cómo medir la respuesta a estos fármacos. Para responder a la primera de las dos cuestiones, se ha elaborado, por un lado, algoritmos de selección de pacientes que ayuden a los facultativos a la elección del biológico, y, por otro, se han realizado análisis basados en los datos obtenidos de los ensayos clínicos, que han contribuido -parcialmente- a resolver el problema".
En los ensayos clínicos y en las disposiciones de las agencias reguladoras, se han empleado fundamentalmente parámetros clínicos, como la reducción de las exacerbaciones, la mejoría de la función pulmonar, la reducción de la dosis de esteroides orales, el control del asma y la calidad de vida. "No obstante, no existe uniformidad en cuanto a los criterios de cuantificación de la respuesta ni se ha realizado una evaluación conjunta considerando todos estos parámetros", afirma el doctor Dávila.
Recientemente en España, un grupo de neumólogos y alergólogos diseñó una herramienta que permite cuantificar la respuesta a los biológicos, proporcionando una puntuación de respuesta en cuatro aspectos básicos: exacerbaciones, función pulmonar, control de asma y reducción de la dosis de esteroides orales. El sistema de puntuación ya está diseñado y adjudica un peso relativo a las respuestas a distintos parámetros, realizando una integración final. "No obstante, queda por validar, y, además, determinar en condiciones de práctica clínica habitual, las puntuaciones que permitan identificar una respuesta completa, una respuesta parcial y la ausencia de respuesta", concluye el alergólogo.