MADRID, 3 Feb. (EUROPA PRESS) -
Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, que se celebra este sábado, 4 de febrero, el Consejo General de Dentistas recuerda la importancia de las revisiones bucodentales periódicas, pues actualmente solo se detectan en fase precoz entre el 25-30 por ciento de las lesiones orales.
"El dentista puede detectar cualquier signo cancerígeno en la cavidad oral (aftas que no curan, manchas o bultos), lo que permite un diagnóstico temprano y, con ello, un mejor pronóstico de la enfermedad. Por eso es tan necesario acudir al dentista, al menos, una vez al año", explica el doctor Óscar Castro, presidente del Consejo.
El dentista no solo desempeña un papel fundamental en la detección del cáncer oral, también es clave en el tratamiento de los pacientes oncológicos por dos motivos: los efectos secundarios que tienen la quimio y la radioterapia en su salud bucodental, y porque un buen estado de salud oral previo a recibir estos tratamientos evita complicaciones, a veces, graves. En muchas ocasiones, el paciente oncológico va a tener inmunosupresión, un mayor riesgo de hemorragia, de infecciones y un retraso en la cicatrización.
La cavidad oral es muy susceptible a los cambios originados por la radio y quimioterapia, por eso es aconsejable que el paciente vaya al dentista antes de comenzar con las sesiones para recibir los tratamientos dentales oportunos, siempre con el visto bueno del oncólogo.
Además de mantener la boca bien hidratada y reforzar la higiene, el dentista podría indicar lo siguiente, siempre que le paciente lo requiera un protector bucal para minimizar los efectos orales del tratamiento oncológico; colutorio diario con flúor o colutorio antiséptico.
Esto se debe a que tanto la radioterapia como la quimioterapia pueden provocar ciertas patologías orales. En el caso de la radioterapia, la aparición de xerosotomía (sequedad bucal) originando a veces grandes molestias e incluso dolor en los pacientes oncológicos. Esta disminución de la saliva es un factor de alto riesgo para la aparición de caries, empeoramiento de la patología periodontal, alteraciones en la mucosa (mucositis), o en la lengua (glositis) e infecciones por hongos (candidiasis), entre otros.
Una patología especialmente seria es la osteonecrosis mandibular, que puede aparecer tras la administración de determinados agentes quimioterapéuticos y que el dentista debe prevenir.
Una vez finalizado el tratamiento oncológico es importante que el paciente siga con sus revisiones bucodentales, incluso con mayor frecuencia (cada 4 meses) hasta que haya transcurrido un tiempo razonable que el dentista fijará dependiendo de cada caso. Lo habitual es que el estado de la salud oral del paciente oncológico vuelva a la normalidad cuando finalice las sesiones de quimio y radioterapia.
"Es fundamental que exista una comunicación fluida entre el dentista y el oncólogo. Ambos deben conocer los protocolos existentes que permiten que la salud oral del paciente no se convierta en un problema añadido y no empeore su calidad de vida", señala Castro.