MADRID, 28 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un estudio histórico publicado este lunes en 'Journal of Neuroscience' revela que la activación del sistema inmune de una madre embarazada puede afectar al desarrollo cerebral de su bebé. Un equipo de investigadores liderado por Bradley Peterson, director del Instituto para la Mente en Desarrollo en el Departamento de Pediatría del Hospital de Niños de Los Ángeles, en California, Estados Unidos, descubrió que el funcionamiento del sistema inmune a corto y largo plazo puede verse influido por la actividad del sistema inmunitario durante el tercer trimestre de gestación.
Muchos factores desencadenantes pueden generar respuestas inmunes, como infecciones, estrés, enfermedad o alergias. Cuando el sistema inmune del cuerpo detecta uno de estos factores desencadenantes, las proteínas se liberan como parte de una respuesta inflamatoria. Estudios en animales han demostrado que algunas de las proteínas liberadas durante esta respuesta pueden afectar a la descendencia, pero se sabe poco sobre el efecto en los humanos. Este trabajo se diseñó para determinar si esta respuesta inmune puede afectar al sistema nervioso en desarrollo de los bebés.
La investigación reclutó a mujeres jóvenes en su segundo trimestre e incluyó un análisis de sangre y monitorización cardiaca fetal durante el tercer trimestre, escáneres anatómicos cerebrales de los recién nacidos y evaluación del comportamiento cognitivo de los bebés a los 14 meses de edad. Las edades de mujeres jóvenes embarazadas (de 14 a 19 años) les ponen en alto riesgo de estrés psicosocial e inflamación resultante.
Este diseño de estudio único y prospectivo permitió a Peterson y sus colegas seguir a los bebés a partir de un punto crítico en el desarrollo del cerebro del feto en el útero, desde el nacimiento hasta la infancia. El objetivo era examinar la posible relación entre los marcadores de inflamación en la sangre de la madre con los cambios en el sistema nervioso de sus bebés.
Se analizó la sangre extraída de las madres durante el tercer trimestre para determinar los niveles de IL-6 y CRP, dos proteínas que se encuentran en niveles más altos cuando se activa el sistema inmunitario. El equipo de Peterson también monitorizó la frecuencia cardiaca fetal como un indicador del desarrollo del sistema nervioso. El equipo encontró que la CRP se correlacionaba con la variabilidad de la frecuencia cardiaca fetal, que está fuertemente influenciada por el sistema nervioso, lo que indica que la inflamación materna ya estaba comenzando a dar forma al desarrollo del cerebro.
CAMBIOS EN LA COMUNICACIÓN DE REGIONES CEREBRALES
Cuando nacieron los bebés, se les realizó una resonancia magnética en sus primeras semanas de vida, proporcionando a los investigadores una visión única del desarrollo neural temprano y la influencia de los factores prenatales. Las imágenes cerebrales revelaron un hallazgo sorprendente: los cambios significativos en la comunicación entre regiones cerebrales específicas se correlacionaron con niveles elevados de IL-6 y CRP en la madre. Estas regiones cerebrales se conocen colectivamente como red de relevancia, cuyo trabajo es filtrar los estímulos que llegan al cerebro y determinar cuáles merecen atención.
"Nuestro cerebro recibe constantemente información de nuestros cuerpos y del mundo externo", explica Peterson, quien también es director de la División de Psiquiatría Infantil y Adolescente y profesor de Pediatría en la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California (USC), en Estados Unidos. "La red de relevancia revisa esa información y decide qué es importante y garantiza la acción", afirma.
Las alteraciones en el funcionamiento de esta red, así como varios tipos de infección y otros desencadenantes de la respuesta inmune de una mujer embarazada, se han relacionado con el desarrollo de enfermedades psiquiátricas, como la esquizofrenia y los trastornos del espectro autista. El estudio de Peterson vincula la inflamación materna directamente con las interrupciones en la red de relevancia en los bebés.
Las correlaciones de los marcadores inflamatorios maternos elevados no se limitaron al periodo neonatal, sino que continuaron persistiendo en la infancia. Cuando los bebés cumplieron los 14 meses de edad, los investigadores evaluaron las habilidades motoras, el desarrollo del lenguaje y el comportamiento. Siguiendo la tercera edición de la escala Bayley establecida para el desarrollo de bebés y niños pequeños, Peterson descubrió cambios significativos en las puntuaciones de los niños pequeños nacidos de madres con niveles elevados de IL-6 y CRP.
Aunque los investigadores aún tienen mucho trabajo por hacer para comprender completamente cómo contribuyen estos factores inmunológicos al desarrollo cerebral alterado, este estudio representa un importante paso adelante. "Este hallazgo rellena una pieza faltante --dice Peterson--. Aunque los estudios en animales lo han sugerido, este análisis indica que los marcadores de inflamación en la sangre de una madre pueden asociarse con cambios a corto y largo plazo en el cerebro de su hijo, lo que nos permitirá identificar formas de prevenir esos efectos y garantizar que los niños se desarrollan de la manera más saludable posible comenzando en el útero y continuando hasta la infancia posterior y más allá".