Aconsejan dirigir las intervenciones de recuperación de la tuberculosis de COVID-19 a los grupos vulnerables

Archivo - MSF avisa de que la lucha contra el Vih, malaria y tuberculosis está "retrocediendo"
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Publicado: martes, 15 noviembre 2022 7:14


MADRID, 15 Nov. (EUROPA PRESS) -

Las poblaciones vulnerables de 45 países con alta carga de morbilidad en todo el mundo deben ser prioritarias en los esfuerzos por reducir el impacto de la pandemia de COVID-19 en la atención a la tuberculosis (TB), según una nueva investigación publicada en la revista 'BMC Medicine'.

En general, se estima que hasta 195.449 niños (menores de 15 años), 1.126.133 adultos (de 15 a 64 años) y 235.402 personas mayores (de 65 años o más) habrán tenido un diagnóstico de tuberculosis perdido o retrasado en 2020 como consecuencia de las alteraciones de la COVID-19. Estas cifras incluyen 511.546 mujeres y 863.916 hombres.

El llamamiento a la acción sigue a los resultados de un nuevo estudio que investiga las posibles desigualdades por edad y sexo del impacto de las interrupciones causadas por la pandemia de COVID-19 en el acceso al diagnóstico de esta enfermedad mortal.

El equipo, que incluye investigadores de la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM), modelizó las tendencias de notificación de casos de tuberculosis a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 45 países con alta carga entre 2013 y 2019. A continuación, se compararon las predicciones para 2020 realizadas con estos modelos con las observaciones reales del mismo año.

Aunque el estudio no encontró pruebas de disparidad sistémica en el riesgo por edad o sexo a escala global, cuando se desglosa por países, se revelaron desigualdades específicas del entorno.

Por ejemplo, en más de la mitad de los países analizados (57,1%), los niños corrían un mayor riesgo de que su diagnóstico de tuberculosis se retrasara o se perdiera debido al COVID-19 que los adultos, y los niños de las regiones de la OMS en el Mediterráneo oriental (en concreto, Pakistán y Somalia) y Europa (por ejemplo, Tayikistán y Ucrania) resultaron desproporcionadamente afectados.

También se revelaron cifras de riesgo igualmente más elevadas para los individuos de mayor edad en comparación con los adultos, concretamente en más de dos tercios de los países (70,1%), incluidas las regiones de la OMS en el Pacífico Occidental (como China y Mongolia) y Europa (por ejemplo, Kazajstán y Bielorrusia).

En casi la mitad de los países (45%), se predijo que el sexo era un factor de riesgo influyente. Los hombres, por ejemplo, resultaron ser especialmente susceptibles de no ser diagnosticados o de serlo con retraso en la región de la OMS en las Américas (concretamente en Perú y Brasil).

Estos resultados sugieren que la pandemia puede haber dado lugar a que un gran número de personas con tuberculosis no reciban tratamiento y propaguen la infección sin saberlo, lo que tiene ramificaciones de salud pública a largo plazo.

El doctor Finn McQuaid, coautor del estudio y del Centro para la Modelización Matemática de las Enfermedades Infecciosas (CMMID) de la LSHTM, destaca que estos resultados demuestran que en muchos países la tuberculosis es un problema de salud pública.

"Nuestros resultados muestran que en muchos países los que ya tenían más dificultades para obtener el diagnóstico y la atención de la tuberculosis han sufrido un empeoramiento del acceso como consecuencia de la pandemia --señala--. Mientras buscamos reconstruir y mitigar el impacto que la COVID-19 ha tenido en los enfermos de tuberculosis, es vital que nos centremos en los más necesitados; no sólo por el deber de abordar estas desigualdades, sino para tener alguna esperanza de acabar con la tuberculosis".

A pesar de ser responsable del segundo mayor número de muertes por una enfermedad infecciosa en todo el mundo, las tasas de detección de casos de TB son bajas, con desigualdades en la carga y el acceso a la atención, especialmente para los hombres, las personas mayores y los niños.

Hasta ahora, las investigaciones sobre las alteraciones en la atención a los pacientes de tuberculosis causadas por el COVID-19 se han centrado en el impacto global de la pandemia, sin tener apenas en cuenta el efecto de las posibles desigualdades, como las relacionadas con la edad o el sexo.

Los hallazgos de este estudio pueden proporcionar una orientación vital en cuanto a las principales áreas que deberían ser objeto de atención por parte de los responsables políticos para reducir los impactos de la pandemia en la carga global de la tuberculosis, lo que nos llevará un paso más cerca de garantizar una atención equitativa a los pacientes.

La coautora, la doctora Katherine Horton, también del Centro de la Tuberculosis y del CMMID, subraya que "los grupos de población cuyo acceso al diagnóstico de la tuberculosis se vio afectado de forma desproporcionada por la pandemia de COVID-19 deberían tener prioridad en las campañas de recuperación".

"Por ejemplo --prosigue--, en los entornos en los que los niños no han sido diagnosticados, las estrategias basadas en la escuela pueden ser útiles, mientras que las estrategias que tienen en cuenta el género deberían aplicarse en los entornos en los que un sexo ha sido relativamente infradiagnosticado".

Además, destaca que "los programas también deben supervisar el impacto continuado de la pandemia en estos grupos para garantizar un acceso equitativo a la atención de la tuberculosis, de modo que nadie se quede atrás".