MADRID, 25 Oct. (EUROPA PRESS) -
La disfagia orofaríngea (DO) es un síntoma común, con una prevalencia que pueden afectar hasta el 70 por ciento de los pacientes que han sobrevivido a un ictus, según la doctora Adela Benítez Guerrero, médico rehabilitador del Hospital Universitario Carlos Haya (Málaga).
La disfagia es la dificultad para trasladar de manera segura el bolo alimenticio desde la boca hasta el estómago. Se trata de un síntoma que dificulta en gran medida la recuperación de estos pacientes y que potencia la desnutrición.
"La disfagia orofaríngea tiene consecuencias tales como desnutrición, deshidratación, neumonías e infecciones respiratorias por broncoaspiración favoreciendo la aparición de complicaciones, retrasando la recuperación funcional del ictus, prolongando la estancia hospitalaria, y, por tanto, aumentando la probabilidad de padecer secuelas más graves y la mortalidad en estos pacientes", señala la doctora.
Además, añade, "hay que tener en cuenta que va asociada una mayor carga social y repercusión psicológica, afectando negativamente a la calidad de vida, tanto de los pacientes, como de sus familiares. No podemos olvidar que en nuestro entorno todos los actos sociales se realizan alrededor de una mesa y la dificultad de estos pacientes para comer les lleva a un aislamiento social".
RELACIÓN ENTRE DISFAGIA Y DESNUTRICIÓN
La alteración de la eficacia de la deglución puede causar desnutrición si no se detecta a tiempo. Debido a esta desnutrición, además de la pérdida de peso, hay pérdida de masa muscular, que produce un empeoramiento de su estado funcional , aumentado la probabilidad de secuelas más severas y de dependencia del paciente para todas las actividades de la vida diaria.
"Todo ello causa un empeoramiento de la patología preexistente, conducirá a la presencia de inmunosupresión, que junto a una disminución de la capacidad respiratoria, favorecen la aparición de infecciones respiratorias, mayor riesgo de caídas, y por consiguiente, de riesgo de fracturas óseas, aparición de ulceras por presión y retraso en al cicatrización de heridas o empeoramiento del estado cognitivo. Todo esto en pacientes hospitalizados se asocia a una mayor duración del ingreso hospitalario y a un mayor riesgo de complicaciones aumentando notablemente la morbimortalidad, con lo que ello supone en coste económico y social", explica.
Finalmente, recuerda que la disfagia es un problema muy frecuente tras un ictus, los equipos sanitarios deben estar sensibilizados con este problema, tanto para su diagnóstico, como para su tratamiento, siendo muy importante un abordaje interdisciplinar.