VALENCIA 14 Oct. (EUROPA PRESS) -
Las familias valencianas han moderado la cantidad y calidad de sus compras en alimentación desde el inicio de la crisis e, incluso, un 30% de los responsables de las compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable.
Así lo refleja un estudio de Eroski Consumer, que recuerda que, de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los ingresos de los hogares durante 2012 ascendieron a 26.775 euros de media, un 11% menos que en 2008. Cada trabajador ganó también en 2012 una media de 22.726 euros brutos, un 0,8% menos que en 2011. El aumento del paro (superior al 24%) y la reducción de los sueldos de aquellos que logran mantener su trabajo han hecho mella en la economía familiar, señalan los responsables del informe en un comunicado.
La encuesta se realizó entre agosto y septiembre una encuesta online a 2.000 personas de entre 25 y 69 años que procedían de 9 comunidades autónomas. En la Comunitat Valenciana, se entrevistó a un total de 214 personas. Poco más del 51% eran hombres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 49 años (suponían el 47% del total de entrevistados valencianos). La media de edad se hallaba en los 43 años. Todos los consumidores valencianos consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 51% se encarga solo de esta tarea y otro 49% la comparte con otra persona.
Cada mes, las familias valencianas dicen gastar en comida una media de 322 euros, un 6% menos que la media del estudio (343 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados no difieren mucho de los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias valencianas hicieron en 2013 un desembolso de 3.816 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 11% desde que se inició la crisis en 2008.
Sin embargo, algunos encuestados valencianos lo perciben de otra manera. Un 59% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso, concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 94 euros mensuales. Por el contrario, otro 25% sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 229 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 38 euros mensuales en los hogares valencianos.
La crisis ha influido también en la forma de hacer la compra. Así, en los últimos cinco o seis años, el 92% de los entrevistados en la Comunitat suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 89% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 90% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y el 83% reconoce que adquiere más productos de marca blanca.
Pero los consumidores valencianos encuestados no solo miran y comparan más, el 86% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 60% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 55% y el 40% de los consultados compra menos galletas, bollería, pastelería y repostería; embutidos, carne de ovino (ternera, vaca), bebidas refrescantes y zumos, y chocolate. Por el otro, el 36% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz) y el 21% pasta.
Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 59% de los entrevistados valencianos reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.
Un 75% de los consumidores consultados en la Comunitat reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace seis años y, en este sentido, un 30% de los entrevistados valencianos admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (es de las proporciones más altas del estudio, la media es del 24%).
BOLLERÍA BARATA Y PRECOCINADOS
En este sentido, se llevan a cabo algunas "tendencias insanas", advierten desde Eroski Consumer. Por una parte, un 18% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Además, el 15% admite haber incrementado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana. Por otra parte, en torno al 18% de los entrevistados valencianos han disminuido el consumo de frutas y verduras y hortalizas frescas, que son ricas en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).
Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.