MADRID 10 Sep. (EUROPA PRESS) -
Hasta un 10 por ciento de los menores de edad puede sufrir migraña, pudiendo aparecer en la infancia temprana y que se ve favorecida por el estrés escolar, según datos de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP).
La organización ha advertido de que no es un "simple dolor de cabeza", sino que se trata de una cefalea incapacitante, recurrente, de intensidad moderada a severa, con frecuencia pulsátil y que puede durar horas, además de poder ir acompañada de otros síntomas como náuseas, vómitos, palidez, sensibilidad a la luz o al ruido, pérdida transitoria del campo visual, de la fuerza, de la sensibilidad, y lleva con frecuencia a la necesidad de acostarse en una habitación oscura.
En el caso de los niños, la migraña puede durar menos que en adultos y manifestarse a través de dolor abdominal recurrente o mareos, sin que siempre aparezca dolor de cabeza, tal y como ha explicado el neuropediatra y portavoz de la SENEP, José Miguel Ramos-Fernández, de cara al Día Internacional de Acción contra la Migraña, que se conmemora este viernes.
"Es un error pensar que la migraña es una cefalea de los adultos", ha afirmado Ramos-Fernández, también jefe de Sección de Neurología Pediátrica del Hospital Regional Universitario Materno-Infantil de Málaga, recordando que la mayoría de casos de migraña en menores aparecen sobre todo en la adolescencia.
En relación a ello, ha puntualizado que la mitad de los niños con migraña experimentará una remisión espontánea tras la pubertad pero que, en caso de comenzar en la adolescencia, será "más probable" que continúe en la adultez. Además, se hace más común en las mujeres tras la pubertad.
DETONANTES DE LA MIGRAÑA EN MENORES
Si bien la causa subyacente a la migraña no está esclarecida del todo, los expertos creen que se debe a una combinación de predisposición genética y de factores desencadenantes ambientales, como la deshidratación, las alteraciones del sueño, la exposición a luces brillantes o parpadeantes, sufrir estrés o ansiedad, realizar un esfuerzo físico excesivo o experimentar cambios bruscos en la rutina.
A nivel alimentario también existen diversos factores que pueden precipitar una crisis, como saltarse comidas o llevar ayuno prolongado, o consumir ciertos alimentos específicos como el chocolate, quesos curados o alimentos con glutamato, que pueden afectar a individuos susceptibles. Del mismo modo, el alcohol o la cafeína en exceso pueden detonar la migraña.
"Sabemos que tener antecedentes familiares aumenta el riesgo: los hijos y hermanos de personas migrañosas tienen hasta 1,5-2 veces más probabilidad de sufrir migraña que quien no tiene esa carga familiar. De hecho, cerca del 60 por ciento de los niños con migraña tienen al menos un familiar cercano que también la padece, lo que sugiere una herencia poligénica", ha detallado Ramos-Fernández.
Aunque el experto ha recalcado que la gestión de la migraña se realiza inicialmente con el pediatra de cabecera, ha considerado conveniente consultar con un neurólogo pediátrico cuando estas crisis son frecuentes o severas, o cuando surgen signos atípicos de alarma y que hacen sospechar algo más que una migraña común.
Entre estas señales de alarma se encuentran un dolor de cabeza acompañado de fiebre; de rigidez de cuello; de erupción cutánea; de vómitos constantes; de pérdida de visión; de alteraciones neurológicas transitorias tales como dificultad para hablar, debilidad en una extremidad o visión doble; o de una cefalea de inicio brusco y muy intensa, con cambios en el patrón habitual del dolor.
"Desde la SENEP queremos transmitir un mensaje de tranquilidad y, aunque la migraña es una enfermedad frecuente en la infancia, si se reconocen los síntomas a tiempo y se consulta con el especialista, esto permite mejorar la calidad de vida del niño y de su familia. La buena noticia es que hoy disponemos de herramientas para ayudar a casi todos estos niños", ha manifestado Ramos-Fernández.
Por último, ha recalcado que un diagnóstico certero, una educación y un tratamiento personalizado pueden hacer que la mayoría de niños con migraña puedan llevar una vida "vida prácticamente normal", manteniendo sus actividades y desarrollo sin graves consecuencias.