MADRID, 21 Ene. (EUROPA PRESS) -
Los migrantes y refugiados que viven en Europa gozan de una buena salud en términos generales, pero un estudio ha detectado que tienen más probabilidades de enfermar que la población local, especialmente cuando se encuentran en fase de transición o a la espera de recibir los permisos de estancia definitivos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una décima parte de la población europea es migrante o refugiada, lo que equivale a 90,7 millones. De ellos, menos del 7,4 por ciento corresponden a refugiados, según el informe, que establece también una drástica disparidad entre distintos países, con Albania, Bosnia, Polonia y Rumanía con una mínima población extranjera.
A partir de la revisión de más de 13.000 documentos, la agencia internacional ha elaborado el 'Informe sobre la salud de los refugiados y emigrantes en la región europea', el primer estudio de este tipo. Los expertos no han detectado en este colectivo una salud peor que la de la población local, pero sí ha confirmado ciertas disparidades atribuidas a contextos de vulnerabilidad.
Así, los refugiados y migrantes presentan a su llegada una tasa menor de enfermedades no contagiosas, pero si las condiciones de pobreza se prolongan en sus países de acogida, aumenta el riesgo de que padezcan enfermedades cardiovasculas, infartos y cáncer. Además, la adopción de un estilo de vida con menos actividad física y el consumo de comida poco saludable puede contribuir también al desarrollo de enfermedades crónicas.
El contexto más peligroso en términos médicos estaría en la fase del desplazamiento, en la que los migrantes son más vulnerables a enfermedades infecciosas. La falta de acceso a atención sanitaria, la interrupción de los tratamientos y las malas condiciones de vida sirven de caldo de cultivo, ha apuntado la OMS en un comunicado.
La agencia ha llamado también a garantizar que la población migrante está al día del calendario de vacunación, ya que se trata de un colectivo que puede llegar a Europa con una inmunización "incompleta o interrumpida".
Los migrantes y refugiados presentan un nivel menor de todas las formas de cáncer --a excepción de cuello uterino--, pero la organización ha advertido de que es más probable de que, en caso de que se les diagnostique, se haga en una fase más avanzada de la enfermedad, por lo que la capacidad de mejora cae "considerablemente" en comparación con la población local.
En cuanto a enfermedades mentales, la depresión y la ansiedad tienen una mayor prevalencia entre la población desplazada, si bien la OMS no ha podido extraer demasiadas conclusiones en este ámbito por las variaciones entre distintos grupos y entre las diferentes metodologías de análisis.
Asimismo, los menores no acompañados corren más riesgo de sufrir abusos sexuales y experimentan en un nivel mayor depresión o incluso síntomas de desorden de estrés postraumático, según la OMS.
LLAMAMIENTO A LOS GOBIERNOS
La directora de la OMS para Europa, Zsuzsanna Jakab, ha destacado que hasta ahora los sistemas sociales y políticos del continente han respondido "de una forma humana y positiva" a la llegada de inmigrantes, pero ha llamado a no bajar la guardia y atender las necesidades específicas de un colectivo que arrastra un riesgo particular.
"Es necesario que reciban acceso temprano a servicios médicos de calidad, como cualquier otra persona. Es la mejor forma de salvar vidas y reducir los costes del tratamiento, así como de proteger la salud de los ciudadanos residentes", ha advertido Jakab.
Entre las cuestiones pendientes figura, por ejemplo, eliminar las barreras culturales e idiomáticas en los sistemas médicos, mejorar la formación de los trabajadores médicos o perfilar la recogida de datos para que se puedan establecer comparaciones y estadísticas más precisas.