MADRID 10 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (HSPH, por sus siglas en inglés), sugiere que los cambios, aparentemente pequeños, en las temperaturas durante el verano -de tan sólo 1°C-pueden acortar la esperanza de vida de las personas de edad avanzada con condiciones médicas crónicas, resultando en miles de muertes adicionales cada año.
Mientras que los estudios anteriores se han centrado en los efectos a corto plazo de las olas de calor, este es el primer estudio que examina los efectos a largo plazo del cambio climático en la esperanza de vida. El estudio ha sido publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.
"Hemos observado que, independientemente de las olas de calor, la variabilidad de las temperaturas durante los días de verano acortan la esperanza de vida", afirma Antonella Zanobetti, investigadora en el Departamento de Salud Ambiental de la HSPH, y autora principal del estudio.
En los últimos años, los científicos han predicho que el cambio climático, no sólo aumentará las temperaturas globales del mundo, sino que también aumentará la variabilidad de las temperaturas durante el verano, especialmente en las regiones de latitudes medias, como los estados del Atlántico medio de los EE.UU., y países como Francia, España, e Italia. Estos cambios de temperatura podrían plantear un problema importante de salud pública, según señalan los autores.
Las olas de calor pueden causar fallecimientos a corto plazo, pero las variaciones menores de temperatura, causadas por el cambio climático, también pueden aumentar las tasas de mortalidad entre las personas de edad avanzada con diabetes, insuficiencia cardiaca, enfermedad pulmonar crónica, o entre aquellos que han sobrevivido a un ataque al corazón.
Los investigadores utilizaron datos de Medicare, desde 1985 hasta 2006, para seguir la salud, a largo plazo, de 3,7 millones de personas con enfermedades crónicas, mayores de 65 años, de 135 ciudades en los Estados Unidos. Posteriormente, evaluaron si la mortalidad entre estas personas estaba relacionada con la variabilidad en las temperaturas del verano, teniendo en cuenta otros factores que pudieran influir en la comparación -como los factores de riesgo individuales, la variación de temperatura en invierno, y los niveles de ozono. Finalmente, se recopilaron y combinaron los resultados de cada ciudad.
Los hallazgos resultantes mostraron que, en cada ciudad, los años en que los cambios de temperatura durante el verano eran mayores, las tasas de mortalidad aumentaron, en comparación a los años con pequeñas oscilaciones. Cada aumento de 1°C en verano, aumentó la tasa de mortalidad en ancianos con enfermedades crónicas, entre un 2,8% y un 4,0%.
El riesgo de mortalidad aumentó un 4,0% en las personas con diabetes, un 3,8% en los que habían tenido un ataque cardíaco previo, un 3,7% en aquellos con enfermedad pulmonar crónica, y un 2,8% en las personas con insuficiencia cardíaca. Sobre la base de estos aumentos en el riesgo de mortalidad, los investigadores estiman que una mayor variabilidad de la temperatura de verano, en los EE.UU., podría dar lugar a más de 10.000 muertes adicionales cada año.
Por otro lado, los investigadores hallaron que el riesgo de mortalidad fue entre un 1% y un 2% mayor entre los que viven en condiciones de pobreza, y en los afroamericanos. En contraste, el riesgo fue entre un 1% y un 2% menor para las personas que viven en ciudades con más espacios verdes.
Los estudios fisiológicos sugieren que las personas de edad avanzada, y aquellos con enfermedades crónicas, tienen más problemas para ajustarse a un calor extremo. "La gente se adapta a la temperatura normal en su ciudad. Es por eso que no esperamos mayores tasas de mortalidad en Miami, que en Minneapolis, a pesar de las altas temperaturas", explica Joel Schwartz, profesor de Epidemiología Ambiental de la HSPH, y coautor principal del artículo, "sin embargo, la gente no se adapta tan bien a fluctuaciones fuera de lo habitual.
Esta conclusión, junto con el aumento de la edad de la población, la creciente prevalencia de enfermedades crónicas, y los posibles aumentos en las fluctuaciones de temperatura debido al cambio climático, significa que este problema de salud pública aumentará en el futuro".