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HONG KONG, 6 May. (Reuters/EP) -
Investigadores del Centro de Investigación de Epilepsia de la Universidad de Melbourne, en Australia, aseguran que la vacuna de la tos ferina o pertussis puede estar relacionada con la aparición temprana de una forma severa de epilepsia infantil, aunque todavía tienen que confirmar esta relación para evitar que los padres se nieguen a vacunar a sus hijos.
En dicho estudio, cuyos resultados han publicado en la revista 'The Lancet', se ha notificado un total de 40 casos del síndrome Dravet en niños que previamente habían recibido esta vacuna y, pocos meses después, comenzaron a experimentar los ataques epilépticos que caracterizan esta enfermedad, que también provoca dificultades lingüísticas y motrices y problemas para relacionarse con otros.
Además, el 30 por ciento de esos niños desarrollaron sus primeros ataques a los dos días de recibir la vacuna, si bien el seguimiento de los mismos demostró que los síntomas de su desorden no fueron peores que los de otros pacientes que tuvieron sus primeros ataques más tarde, explicó Anne McIntosh, que lideró la investigación.
La única causa que puede salvar esta relación entre la vacuna, que se administra junto con la de difteria y fiebre tifoidea, y los cuadros de epilepsia es que estos niños presentaban una mutación del gen 'SCN1A', frecuente en el 80 por ciento de los casos de síndrome Dravet hasta ahora diagnosticados.
De hecho, y ante el temor de McIntosh y su equipo de que los padres decidan no vacunar a sus hijos, aseguran que "dejando de lado la relación con la vacuna, ellos hubieran sufrido el desorden de todos modos".
"Básicamente, no hay pruebas (para afirmar) que las personas no deberían recibir las vacunas (...) por temor a que causen la aparición de la enfermedad", explicó posteriormente en una entrevista telefónica.
Los estudios que asocian las vacunas con cualquier tipo de trastorno son siempre sensibles porque pueden provocar un descenso en las vacunaciones, lo que anteriormente ya ha provocado el resurgimiento de enfermedades graves como paperas o sarampión en Reino Unido, Estados Unidos y otras partes del mundo.
Además, este estudio australiano ya tuvo un precedente en una investigación previa que analizó si esta vacuna podía causar encefalopatía. Aquel estudio, liderado por Samuel Berkovic, del mismo centro universitario, halló que 12 de 14 pacientes con la llamada vacuna para la encefalopatía sufrían el síndrome Dravet, aunque once de estos 12 niños también tenían la variante genética del 'SCN1A'.